Valeria Villa

La punta del iceberg

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Valeria Villa
Valeria Villa
Por:

Nos enojamos sin control porque a veces el cuerpo y la mente quedan avasallados por lo que es importante, por lo que tememos perder, por eso que atesoramos y consideramos esencial en nuestra vida. El enojo es una emoción paradójica, porque detrás de él hay vulnerabilidad y a veces, mucho amor.

Llega un paciente al consultorio (virtual) diciendo que se siente triste porque es intolerante y a veces estalla con ira por cosas sin importancia. No le gusta ser así, sabe que lastima a la gente que quiere cuando pierde el control y le gustaría ser más tranquilo. Yo le digo que podemos pensar en varias razones por las que tiene problemas con su enojo, que es sólo la punta del iceberg. Es posible que esté exhausto y necesite unas vacaciones así que cualquier petición del mundo externo, la vive como una demanda insoportable. También puede ser que esté deprimido y que le pase algo similar que con el cansancio, pero peor. La vida cotidiana, con sus dificultades, le parece una tarea titánica que enfrentar y a veces llora de rabia. Se siente sin vitalidad y lo expresa enojándose. Se defiende de la falta de ganas, enojándose. Entonces el enojo es sólo la manifestación visible de otras cosas. También del miedo a perder lo que ama o lo que ha logrado con su trabajo. Miedo de que nadie pueda hacer las cosas tan bien como las hace él y entonces enfurecerse porque todo lo tiene que supervisar y resolver. El enojo es la manifestación externa de su falta de confianza en sí mismo y en la gente que lo rodea.

El enojo también es una respuesta a la impotencia interior y un combate estéril contra el miedo y lo desconocido, que atraviesan el amor de pareja, lo mucho que nos importa el futuro y la felicidad de un hijo o la construcción de un patrimonio. A veces abusamos o sufrimos abuso por parte de quien nos ama y aunque sea frecuente, es enloquecedor y también inaceptable, porque aunque las complejidades del amor incluyen el riesgo de lastimar y ser lastimado, no puede normalizarse que dos se maltraten, argumentando que se quieren. Amar bonito requiere de una gestión del cuerpo y de la mente, claridad para no hablar o actuar sin pensar, convirtiendo la preocupación amorosa o el interés en violencia. El amor a quienes nos importan deja al desnudo nuestra ineludible vulnerabilidad.

El modelo norteamericano de la Psicología del Self ha intentado vender una idea del desarrollo humano que depende enteramente de la voluntad. El modelo psicoanalítico del yo es mucho más realista. Hay pulsiones difíciles de contener y de comprender, que no cederán con un curso de administración del enojo, porque no se trata de no enojarse, que también es una señal de que estamos vivos. Tal vez se trata de seguirle la pista al enojo para entender cuál es su fuente, de qué nos sirve, de qué nos defiende y quizá después, encontrar formas más compasivas de expresarlo y un cuerpo más fuerte para tolerar los embates del amor y de todo eso que realmente nos importa.

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.