La salud mental es colectiva

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

VALERIA VILLA
VALERIA VILLA
Por:
  • Valeria Villa

Dijo Paul Krugman hace unos días que para el capitalismo norteamericano la salud de la economía está por encima de la vida. Lo que le importa a Trump y a los empresarios es la reactivación del mundo económico. Sólo que los muertos ya no pueden producir. En México, el discurso y las acciones que lo acompañan, son igualmente enloquecedores, aunque quizá peor: el mismo día que el encargado de informar sobre el número de muertos y contagios, comunica que las muertes alcanzaron su número más alto, el Presidente inaugura un tren que parece sacado de los setenta. El tren, el Jefe del Estado y la ceremonia. En un mismo día, mientras el subsecretario de Salud pide a la población seguir en casa porque los contagios están en su punto más alto, el Presidente pide a los mexicanos que dejen de tener miedo y que retomen sus actividades con precaución.

La locura, la angustia, el trastorno ansioso-depresivo, se entienden sobre todo como enfermedades individuales y son vistas con sospecha. Si alguien dice que está deprimido, brincan los creyentes de la autoayuda a decir que sólo es flojera o falta de voluntad. También salen los culturalistas a decir que es culpa del aburguesamiento capitalista y que quien no tiene seguro el alimento diario no puede darse el lujo de deprimirse. Las enfermedades mentales tienen un componente colectivo que hoy es evidente y se agravan por la incongruencia entre la realidad y el discurso oficial. Todos los médicos especialistas en contagios nos piden desestimar los cálculos del gobierno y sus decisiones, y seguir quedándose en casa. Algunos se quedan, otros ven al Presidente viajero que no usa cubrebocas y les conviene tomarlo como ejemplo para retomar la vida pre Covid-19. Esta semana volvieron a escucharse fiestas, hubo más tránsito y aumentó la gente que camina o corre tranquila por la calle sin tapabocas. El espíritu democrático, el respeto radical por las libertades, no debería estar peleado con multar a aquellos que no se cuiden y así descuiden a los demás. La libertad termina donde empieza la del otro. Tener un gobierno incompetente puede ser el pretexto para la parálisis y la angustia o el acicate para resistir y construir nuevas formas de ciudadanía autónoma, con capacidad de gestión. Cada uno decidirá cómo vivir el mundo post Covid-19: ¿Continuando el distanciamiento social y las medidas de higiene para posponer el contagio el mayor tiempo posible o cediendo a la desesperación por salir? Muchos se han acostumbrado al encierro y a la falta de contacto físico. Otros lo sufren intensamente. Reapropiarse del espacio público y reactivar los vínculos afectivos es una decisión individual. Muchas empresas han decidido salir del confinamiento hasta 2021. Muchos otros negocios como los restaurantes no pueden darse ese lujo. Encontrar el cómo ayudarnos para volver a generar los ingresos indispensables para la vida será un trabajo colectivo y ciudadano, por apego a la vida y no a la muerte. Por salud emocional, debería evitarse el consumo de conferencias de prensa con fines electorales, protagonizadas por funcionarios que no buscan salvar vidas sino cuidar su popularidad y asegurar su permanencia en el poder.