Uriel García Varela es un joven y brillante poblano, doctor en psicoanálisis. Afirma, con toda la razón, que la comprensión de la obra de Sigmund Freud, particularmente en lo que a sexualidad se refiere, es vulgar y barata. Muchos desprecian a Freud porque creen, desde la ignorancia, que sexualidad es igual a genitalidad.
García Varela dice que todos tenemos la sexualidad herida, porque nuestros primeros vínculos amorosos fueron atravesados por la experiencia de abandono y la marca que ese trauma nos deja es permanente. La madre o quien se encargue del cuidado primario del bebé no permanece y nunca nos ama como quisiéramos. Cuando el bebé descubre que el pecho no forma parte de su cuerpo ni tampoco la madre, sufre la primera experiencia de amputación que lo deja incompleto. Las experiencias tempranas de abandono quedan reprimidas en el inconsciente, de lo contrario, la angustia sofocaría la posibilidad de vivir. Pero la represión es frágil y las huellas mnémicas del trauma regresan a la memoria de formas menos aterrorizantes, pero vuelven.Cuando Freud habla de sexualidad nos habla de un cúmulo de desilusiones que nos estructuran psíquicamente: el bebé narciso descubre que sus necesidades no son cubiertas por arte de magia. Descubre que también existe la madre y aparece entonces un vínculo bipersonal. Después entra a escena un tercero, que no siempre es el padre como dijo Freud, sino otro (para Lacan). Surgen entonces la rivalidad y los celos porque la madre o quien hace la función materna prefiere al otro (vida laboral, pareja, otro hijo, etc). Esta sucesión de decepciones se conoce como trauma acumulado, según Masud Khan. Así que la sexualidad es inherentemente traumática por la huella de la pérdida y un anhelo idealizado de lo femenino que cuidó y alimentó. La vida sexual se convierte en una búsqueda interminable de ese objeto perdido. La búsqueda de completarse es la base del deseo sexual, que no sólo es genital: incluye el placer, la supervivencia y la necesidad del vínculo. Comprendida así, muchas experiencias pueden ser sexuales: pertenecer a un grupo de amigos o colegas, una pizza, una lectura en la que se encuentra belleza.
Todos tenemos libido homo y heterosexual. Energía de vida que en las mujeres fluye más libremente. Las amigas se pueden abrazar, decirse te quiero, tomarse de la mano. Entre los hombres el miedo a la homosexualidad subsiste y los vuelve mucho más toscos y reacios al contacto físico con otros varones. García Varela explica la sexualidad freudiana como una sucesión de eventos: El cuerpo está habitado por impulsos. El bebé busca el placer y evita el dolor. Encuentra a su objeto preferido. Descubre que no son uno sino dos. Al representar al otro, se hace consciente de su yo, de su existencia individual. Sus impulsos son descargados en la madre, que comienza a existir dentro de él como una representación mental. El objeto real, la madre, cuida al sujeto. Crean un vínculo emocional. El sujeto saldrá a buscar en el mundo placer, supervivencia y vínculos, como los que recibió del objeto original. La historia de la sexualidad empieza con la vida.