El socialismo ecologista de Luis Villoro

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En los últimos años de su vida, Luis Villoro (1922-2014) abrazó la causa del neozapatismo. Sin embargo, mucho antes, él ya había buscado alternativas a la doctrina defendida por el capitalismo y el comunismo de que la economía debía crecer sin freno y sin preocuparse por el medio ambiente.

En un par de artículos que publicó en Excélsior en 1973, el filósofo mexicano combatió el supuesto de que la izquierda debía estar casada con la doctrina del desarrollo económico indefinido.

Luis Villoro iba a contracorriente de los sistemas comunistas de la Unión Soviética y de China, que sostenían que el crecimiento acelerado de la producción industrial era indispensable para ofrecer a sus habitantes una elevación del nivel material de vida.

En “Sobre la sociedad de consumo” (11 de abril de 1973) dice: “La liberación de los pueblos del Tercer Mundo no consiste en llegar a la sociedad de consumo sino en acabar con ella. Tendrán que proyectar para el futuro modelos de sociedad distintos: sociedades igualitarias, que no se dirijan a la creación de necesidades superfluas y a la realización del afán adquisitivo de una minoría, sino a la satisfacción de las necesidades básicas, tanto materiales como espirituales, de todos; sociedades planificadas, en donde las fuerzas productivas no se empleen en la elaboración de objetos desechables sino en la creación de las bases materiales para que todos puedan llevar una vida sencilla y digna. Su fin no sería, como ahora, la obtención del máximo nivel material de vida para cada individuo, sino la realización armónica, corporal y espiritual, de todos, en el seno de una vida comunitaria”.

“Luis Villoro iba a contracorriente de los sistemas comunistas de la Unión Soviética y de China, que sostenían que el crecimiento acelerado de la producción industrial era indispensable para ofrecer a sus habitantes una elevación del nivel material de vida”

[caption id="attachment_932372" align="aligncenter" width="696"] La cuenca del Valle de Jovel, en Chiapas, ha sufrido daños irreparables debido a la extracción de materiales y sobreexplotación de mantos acuíferos. Foto: Cuartoscuro[/caption]

Luis Villoro estaba convencido de que la explotación de la naturaleza no podía continuar al mismo ritmo. La crisis del petróleo amenazaba la viabilidad del sistema económico mundial. El pensamiento de Luis Villoro en los años setenta formaba parte de una nueva corriente de opinión que desembocó, poco después, en la creación de los primeros partidos verdes en Europa. Un antecedente de este movimiento fue la Conferencia de Estocolmo sobre el medio ambiente, organizada por las Naciones Unidas en junio de 1972.

La posición de Luis Villoro en aquellos años podría describirse como un socialismo ecologista, es decir, como un rechazo frontal del capitalismo, pero también del desarrollismo industrial de los países comunistas.

Para Luis Villoro, la elección de la forma de vida que deseamos llevar es una cuestión moral y, a fin de cuentas, espiritual. Este último aspecto de su pensamiento no puede ignorarse. Villoro no ligaba su socialismo con una religión en particular, como la teología de la liberación con el catolicismo, sino con una espiritualidad de tintes hinduistas y panteístas, que embonaba bien con su ecologismo y comunitarismo. Esta característica de su pensamiento quizá lo hacían parecer algo ingenuo e incluso extravagante en el entorno político e ideológico mexicano de los años setenta, sin embargo, décadas después embonarían muy bien con el clima de ideas alrededor del movimiento zapatista en Chiapas.

“La posición de Luis Villoro en aquellos años podría describirse como un socialismo ecologista, es decir, como un rechazo frontal del capitalismo, pero también del desarrollismo industrial de los países comunistas”

Villoro criticaba la ideología dominante que buscaba impulsar el crecimiento industrial de los países del Tercer Mundo. En “¿Desarrollo para qué?” (1 de septiembre de 1973) apuntaba que no había una sola nación que no admitiera la necesidad imperiosa de desarrollarse. Sin embargo, Villoro preguntaba: “¿desarrollo para qué? ¿A qué meta nos conduce? ¿Qué valores humanos queremos realizar, al acrecentar las fuerzas productivas?”. También añadía: “La opción socialista implica, en este caso, renunciar a acceder a una sociedad de consumo, como la norteamericana o la soviética, y abrirse a formas nuevas de convivencia, en que la sobriedad, la dignidad del trabajo en común, la eliminación del dolor y la ignorancia reemplazarán al disfrute de una sociedad de abundancia. Es esa renuncia la que causa en muchos sectores, tanto temor y repugnancia. Pero el dilema es inevitable”.

Para Luis Villoro, el socialismo es, por encima de todo, una opción moral. Ser de izquierda significa estar dispuesto a cambiar radicalmente de forma de vida. Por eso mismo, el filósofo pensaba que la mayor parte de los que se dicen izquierdistas no lo son en realidad, porque se resisten a dejar de vivir en el mundo construido por el capitalismo.

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