“Cuando yo me doy cuenta de mi tendencia sexual y me doy cuenta de que soy un niño pero mi forma de ser no es la de un niño, es donde yo empiezo a trabajar sobre mi aceptación y esto empieza desde los 4,5 años… me empiezo a dar cuenta que no me gustan las niñas, me gustan los niños”, cuenta Viviana Pacheco en el documental de Vice realizado en 2012, año en el que ella se convirtió en reina de la renombrada Vela de las Auténticas Intrépidas buscadoras del Peligro.
Viviana es Muxe, igual que Estrella, quien esta semana conquistó la portada de la revista Vogue México, en un hecho muy celebrado en las redes sociales, por todo su significado, la magia de su tradición, el respeto que merecen y el cariño que se les tiene.
Y es que en la cultura zapoteca ser Muxe no se trata sólo de un hombre vestido de mujer, hablamos de un tercer género, una dualidad, que pasados los años se convierte en la protección de los miembros más longevos de una familia.
Dicha portada de la popular publicación, vio la luz esta semana en la que también se conmemoró el Día Internacional de la Memoria Trans (20 de noviembre); fecha instaurada en 1998 en honor a Rita Hester, una mujer transexual afroamericana que fue brutalmente asesinada por su forma de vida.
El movimiento busca visibilizar la violencia que viven quienes pertenecen a la comunidad trans a nivel mundial, terreno en el que México, por cierto, no sale nada bien librado. Somos el segundo país en el mundo con mayor número de asesinatos de personas trans.
De acuerdo a un estudio de la Organización Letra S, en México han ocurrido 261 asesinatos de este tipo entre 2013 y 2018, lo que representa el 55% del total de homicidios cometidos contra personas de la comunidad LGBT, de los que sólo el 10% fueron investigados como crímenes de odio.
El Observatorio de Personas Trans Asesinadas contabiliza sólo entre octubre de 2018 y septiembre de 2019, 63 asesinatos de personas trans y género-diversas. En la Ciudad de México, en 2015 se modificó el Código Civil para reconocer el derecho a la identidad de género con un trámite administrativo simple, que evitara lo que hasta entonces había sido un proceso complicado y muchas veces hasta indigno.
[caption id="attachment_1056387" align="alignnone" width="696"] Estrella Vásquez y su madre María de Jesús Guerra, en su casa en Juchitán, Oaxaca, el pasado 19 de noviembre. Foto: Reuters[/caption]
Hasta marzo de este 2019 se han entregado casi 4 mil actas de cambio de identidad de género, que debe de permitir a quienes lo solicitaron, acceso a servicios, empleos, seguridad y el derecho a votar con su nueva identidad, como ocurrió en 2018 cuando el Instituto Nacional Electoral se alineó al autorreconocimiento de cada persona, permitiendo el cambio de género en la credencial de elector.
El tema nunca ha estado exento de polémica, misma que hoy en la Ciudad de México pone el acento en un nuevo y complejo debate: los niños.
La iniciativa de Ley de Infancia Trans, pide que la modificación hecha hace 4 años se aplique también a los niños que deseen realizar un cambio de identidad de género.
Actualmente el trámite es posible, pero luego de pasar por un juicio que puede prolongarse hasta por dos años y que implica un gasto elevado para la familia.
La iniciativa fue aprobada en comisiones del Congreso capitalino, pero hoy está detenida, empantanada en una complejísima discusión de criterios enfrentados.
La Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, defiende que se trata de “acortar” un proceso que de otro modo puede ser agresivo para el menor y su familia, quienes una vez que se acercan a solicitar un cambio de identidad de género, por lo general es porque ya llevan un camino recorrido en un proceso previo de transición y aceptación.
En el contexto de violencia que se vive en México contra la comunidad LGBT, callar este debate resulta no sólo discriminatorio sino letal.
Hay que hablar de la comunidad trans, visibilizarla, informar e informarse para entender, aceptar e incluir. Dejar de negar a un sector de nuestra población que existe, crece y merece vivir con derechos, a la luz de la libertad de expresión, no en la sombra de la discriminación. ¡Basta ya!.