Reforma tributaria (tercera y última parte)

El año pasado, a nivel federal, se cobraron 16 impuestos y se recaudaron 3,062,334,200,000 de pesos (3.1 millones de millones). Si el año pasado, en vez de esos 16 impuestos, se hubiera cobrado un solo impuesto (ni uno más), universal (sin excepciones), homogéneo (la misma tasa en todos los casos), a la compra de bienes y servicios (no al ingreso, no a la propiedad), del 15 por ciento, la recaudación hubiera sido 45.21 por ciento mayor de la que fue (véase el anterior Pesos y Contrapesos), lo cual demuestra que sí es posible una reforma tributaria por la que el gobierno recaude más y los contribuyentes paguen menos.

Además de lo anterior, es posible una reforma tributaria que impulse la competitividad del país, definida como su capacidad para atraer, retener y multiplicar inversiones directas, que producen bienes y servicios, crean empleos y generan ingresos, competitividad que depende, entre otras variables, de los impuestos que se cobran a las empresas, por lo que a menos impuestos más competitividad, más inversión directa, más producción, más empleo, más ingreso.

¿Qué pasaría si en México no se cobraran impuestos a las inversiones directas, a la inversión fija bruta en instalaciones, maquinaria y equipo? ¿Qué pasaría si no se castigara con impuestos a la producción de bienes y servicios (riqueza), a la creación de empleo, a la generación de ingresos? ¿Qué pasaría si se cobrara un solo impuesto, universal y homogéneo, solamente a la compra de bienes y servicios para el consumo final?

¿A qué tasa tendría que haberse cobrado ese impuesto el año pasado para que el gobierno hubiera recaudado la misma cantidad que recaudó, 3.1 millones de millones de pesos? Al 20.13 por ciento.

Con un solo impuesto del 20.13 por ciento, nada más a la compra de bienes y servicios para el consumo final, sin gravar las compras de las empresas, es decir, sus inversiones directas, y por lo tanto sin castigar con impuestos la producción de riqueza, la creación de empleos y la generación de ingresos, se hubiera recaudado lo mismo que se recaudó con 16 impuestos distintos, y se le hubiera dado un impulso enorme a la competitividad del país, lo que se hubiera traducido en más inversiones directas y, por ello, en más producción de riqueza, más creación de empleos y más generación de ingresos, lo cual se hubiera traducido en una mayor compra de bienes y servicios para el consumo final (que es la actividad económica terminal) y, por ello, en una mayor recaudación (generándose un círculo virtuoso).

Sí es posible una reforma tributaria por la que el gobierno recaude más, el contribuyente pague menos y, lo más importante, se apuntale la competitividad, en este caso tributaria, del país.

¿Alguien en el gobierno está pensando en estos términos?

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