Somos lo que comemos. Con frecuencia los especialistas utilizan esta expresión para hablar de cómo la alimentación repercute directamente en nuestra salud y bienestar. Pero ¿podríamos reformular la famosa cita de Ludwig Feuerback y decir que “comemos como somos”? Efectivamente, los especialistas aseguran que separar la alimentación del mundo emocional resulta imposible en la mayoría de los casos.
Los alimentos que ingerimos, así como la forma de hacerlo, son una muestra de nuestras ideologías y creencias (si estamos comprometidos con el medio ambiente y con los derechos de los animales, si buscamos mejorar el rendimiento deportivo o buscamos encontrar el placer en cada bocado) y, además, dejan al descubierto algunos de los sentimientos o estados emocionales a los que nos enfrentamos.
La Dra. María Isabel Beltrán, nutricionista y miembro de Top Doctors.es®, plataforma online para encontrar y contactar con especialistas médicos de la sanidad privada, hace un repaso por las características de esta relación entre la alimentación, el cuerpo y la mente, los síntomas de aquellos pacientes que comen movidos por estados anímicos y las consecuencias derivadas de una mala alimentación.
Picoteo, compulsiones alimentarias o crisis bulímicas, síntomas de comer por motivo emocional
La mente trabaja de manera continua, por lo que nuestro cerebro requiere un constante suministro de energía procedente en gran parte de los nutrientes que ingerimos. La calidad y la cantidad de estos alimentos son los principales responsables de que nuestro cerebro y, por lo tanto, nuestra mente, se encuentren equilibrados.
Las características internas de las personas -su capacidad para afrontar la realidad o para relativizar, los valores, gustos o fijaciones- así como el entorno -trabajo, amigos y familiares, etc.- influyen directamente en la ingesta de alimentos.
La Dra. Beltrán, ha elaborado un listado de la relación existente entre la forma de ingerir alimentos y los estados anímicos.
Picoteo: En palabras de la Dra. Beltrán, “comer de manera desordenada y con mucha frecuencia, sirve para llenar un vacío y despejar la mente con una actividad placentera”. Esta forma de ingerir alimentos puede derivar en problemas de salud como la indigestión o gastritis, ya que en ocasiones esta forma de comer va ligada a hacerlo de pie, con prisas y sin control del tipo de sustancias que se ingieren.
Compulsiones alimentarias: “es uno de los trastornos alimentarios más comunes en la actualidad y suelen ser gratificaciones que sustituyen al placer y a la culpa en relación a su esfera emocional”.
Quienes padecen este trastorno, comen de manera voraz, sin apenas masticar ni saborear los alimentos. Además, en muchas ocasiones lo hacen en soledad y a posteriori experimentan sentimiento de arrepentimiento. “Ansiedad, estrés, soledad o aburrimiento son algunos de los estados que nos llevan a realizar una ingesta excesiva de alimentos. Comer de manera compulsiva puede tener grandes problemas de salud, ya que supone un importante consumo calórico que puede provocar problemas de aumento de peso o la aparición de enfermedades tales como la diabetes”, asegura la Doctora.
Crisis bulímicas: se trata de un ejemplo claro de la lucha y relación de la mente contra el cuerpo. Este trastorno lo experimentan fundamentalmente los adolescentes y las mujeres. “Las crisis bulímicas están destinadas a llenar un vacío y liberar una tensión interna que experimenta la persona.
Quienes las padecen, comen sin hambre y sin el objetivo de obtener placer”, afirma la nutricionista. Se trata de un problema de carácter grave, ya que las personas que padecen crisis bulímicas dejan al cuerpo sin determinados nutrientes que acaban afectando a las conexiones neuronales. Estas se debilitan y hacen que quienes sufren estos trastornos alimenticios se desliguen de los temas de la vida cotidiana.
Depresión: Ante una experiencia o vivencia difícil como por ejemplo la pérdida de un ser querido, las personas pueden alterar el comportamiento alimentario. Quienes se sumen en una crisis depresiva pueden reaccionar dejando de comer por completo, o por el contrario, hacerlo de manera indiscriminada, comprometiendo en ambos casos su equilibrio biológico y su salud.
Los espárragos, las naranjas, vino o chocolate... entre los alimentos clave para alimentar tu mente
Las personas que padecen episodios repetidos de estrés, ansiedad o depresión, deberán enfocar su alimentación en el consumo de productos que les aporten la energía necesaria y que les ayuden a conseguir nutrientes que ayuden a controlar el estado anímico. La doctora recomienda los siguientes alimentos:
Espárragos: contienen ácido fólico, fibra y vitamina B, esencial para mantener la calma y el bienestar mental.
Naranjas: la vitamina C que contienen las naranjas estimula el sistema inmunológico, y disminuye el estrés, favoreciendo al estado anímico de las personas.
Yogur natural: además de activar la flora intestinal, ayuda a la generación de serotonina, la hormona que regula el estado anímico y el sueño favoreciendo así los niveles de estrés y la temperatura corporal.
Chocolate: tomar alrededor de 20 gramos de chocolate negro al día favorece al estado anímico, y contiene además gran cantidad de antioxidantes.
Vino: permitido en casi todas las dietas, los especialistas aconsejan tomar un vaso de vino tinto al día ya que ayuda a prevenir la depresión, la ansiedad y el estrés.
Los expertos aconsejan observar la forma en la que comemos, ya que en la mayoría de los casos, es signo de algo nos puede estar sucediendo.
ntb