Dejar que perros, gatos y las mascotas en general duerman en la cama es un acto de amor que al mismo tiempo puede convertirse en un mal hábito para la salud e higiene.
Si se analiza la situación desde el plano afectivo, los perros que duermen con sus dueños crean un vínculo estrecho y firme, ya que es una muestra de confianza hacia el humano; hay un aumento de neurotransmisores cerebrales, reflejados en la dopamina o la oxitocina, que son conocidas como las hormonas de la felicidad.
Pero expertos señalan que también es cierto que, cuando los perros duermen con los humanos, se producen pequeños micro despertares. Cuando los ronquidos o cambios de posición de las mascotas interrumpen el sueño de las personas, aunque sean situaciones casi imperceptibles, de todas formas, afectan el descanso.
Los efectos en el cerebro por dormir con un animalito
Esto empeorará la capacidad del cerebro para consolidar recuerdos y almacenar nueva información.
Es por eso que los perros y demás mascotas domésticas necesitan tener un lugar de descanso propio, con el objetivo de permitir un sueño óptimo, como relata Terra, además de que beneficia a la salud del sujeto.
Cuando el individuo es asmático o sufre otras enfermedades pulmonares obstructivas crónicas, el pelo del can puede ingresar al organismo y dificultar la capacidad respiratoria.
Bueno contra la depresión, malo en caso de insomnio
Uno de los argumentos que utilizan quienes defienden esta acción radica en que las personas que tienen depresión o ansiedad se verán beneficiadas al dormir con canes o felinos ya que pueden actuar como una compañía nocturna, disminuyendo la ansiedad y mejorando el estado depresivo.
Aquellas personas que tienen sueño ligero o presentan problemas de insomnio se verán perjudicados al dormir en el mismo espacio con sus mascotas. En el caso de los gatos, más allá de la diferencia en cuanto a tamaño, también se mueven como los perros.
AHM
