¿Cómo es que un instinto como el de la supervivencia se disipa? ¿Es sólo culpa de una afección? Quizás, también, existen motivos específicos por los que los deseos de vivir de una persona enferma se esfuman.
Cuestiones como estas son ajenas a la mayoría de las personas; sin embargo expertos en medicina y salud abordan el tema para el medio The Conversation, donde analizan más que la eutanasia como una salida al sufrimiento, a través de una muerte digna, pacífica y voluntaria.
Al exponer el caso de Miguel, un hombre de 54 años que expresa con firmeza su deseo de morir por las afectaciones derivadas de un cáncer de pulmón, especialistas reconocieron que el anhelo por la muerte podría tener elementos con lo que denominan "suicidalidad".
Dicho concepto refiere a las tendencias suicidas y es estudiando desde hace décadas por la psiquiatría; no obstante, los expertos decidieron centrarse en personas con enfermedades graves o avanzadas, junto a un equipo de profesionales del ámbito médico, de la enfermería, la psicología, antropología, entre otros.
Pese a la reticencia de profesionales de la salud para hablar de la muerte con sus pacientes, los expertos descubrieron que, preguntando adecuadamente, la mayoría de las personas enfermas aceptan esa conversación.
En ese sentido, que los enfermos graves pierdan las ganas de vivir no es algo tan infrecuente como podríamos creer. Según The Conversation, en los diversos grupos de casos estudiados se detectan siempre casos de personas que pasan por una "fase" de querer morir.
En muchas personas el sentimiento será ocasional y sólo una porción pequeña logra expresarlo espontáneamente. Incluso cuando se manifiesta con claridad, puede ser un grito de socorro, una expresión de deseo de vivir o, raramente, una declaración de intenciones sobre el quitarse la vida o la petición de ayuda para morir.
El panorama es aun más complejo cuando detrás del deseo de morir, derivado de un estado de salud agravado por una enfermedad, existe la posibilidad de una depresión clínica que debería recibir tratamiento.
De hecho, pacientes con enfermedades graves o avanzadas son especialmente vulnerables a ella, pues la probabilidad de sufrir una depresión es cuatro veces mayor que en el resto de la población.
Además, lo que subyace siempre es un sufrimiento actual y un miedo al sufrimiento futuro. Más que el dolor o los síntomas más duros de la enfermedad, predominan las cuestiones emocionales, familiares o sociales, entre ellas la soledad, la desesperanza, el sentimiento de falta de comprensión o de ser una carga; también, cuestiones económicas.
De acuerdo con los especialistas, "un fuerte sentido de la vida" puede contribuir a hacerle frente al deseo de morir; además las personas pueden encontrar un propósito de vida, incluso en las circunstancias más difíciles, con ayuda profesional.
Además, como expertos, se ven en la obligación no abandonar nunca a sus pacientes, mucho menos a renunciar a averiguar las causas subyacentes al deseo de morir.
Por ello, sugieren tratar los casos a través de tres criterios: Preguntar por ese deseo; luego, averiguar el conjunto de posibles causas y, finalmente, ayudar a superar esa fase y a planificar, si es posible, el final natural que el paciente quiera.
CEHR