La pandemia ha modificado tanto el interior de los hogares —la recámara se convierte en gimnasio improvisado, mientras el comedor deviene oficina—, como las ciudades mismas. Una de las transformaciones más impensadas en este último rubro se refiere a los centros comerciales: aunque hoy están parcialmente cerrados, en las últimas décadas fueron no sólo espacios para comprar, sino rutas de paseo, zonas de encuentro y de creación identitaria. Este ensayo con elementos de crónica aborda un caso emblemático.
Me sé de memoria Plaza Universidad
Diana Gutiérrez