Brad Gauthier, residente de Worcester, Massachusetts contó en una publicación de Facebook cómo fue que tuvo que ir al doctor para que le extrajeran un audífono inalámbrico del esófago.
Resulta que la noche del lunes, Brad se fue a dormir escuchando música como habitualmente acostumbraba, el problema fue que al día siguiente uno de sus audífonos no aparecía.
Sin embargo, Brad siguió con su rutina y no le prestó importancia a la desaparición del audífono inalámbrico, quitó la nieve de su residencia con una pala durante aproximadamente una hora y luego entró a su casa a beber un poco de agua, pero no logró tragar el líquido, así que tuvo que inclinarse para drenarlo de la garganta.
El hijo de Gauthier sugirió que quizás su padre se había tragado el audífono, que es exactamente lo que reveló una radiografía en una clínica de emergencia local. El pequeño audífono inalámbrico estaba alojado en la parte inferior de su esófago.
Gauthier dijo que nunca experimentó más que un malestar menor. Le dijo a NBC Boston 10 que quería compartir su experiencia para advertir a los demás que no durmieran con sus audífonos puestos.