¡No te ahogues con las uvas! Comer uno de estos pequeños frutos por cada una de las campanadas que anuncian el año nuevo es parte de las tradiciones por excelencia para celebrar la Nochevieja.
Cada año, durante la última semana de diciembre, cientos de mexicanos incluyen en sus compras básicas un par de botellas de sidra y unos cuantos racimos de uvas, incluso cuando éstos aumentan su precio en estos días.
Así, junto a los rituales de portar ropa interior de colores, sacar maletas vacías a la calle y barrer el patio exterior de la casa, el de comer 12 uvas es uno de los predilectos en México para recibir el Año Nuevo. Pero, ¿de dónde viene esta tradición? Acá te contamos.
¿De dónde viene el ritual de comer 12 uvas en Nochevieja?
La degustación de estos frutos es un ritual tan antiguo que resulta complicado especificar su origen. Sin embargo, de acuerdo con National Geographic, un dato certero es que éste no surgió en Latinoamérica, sino en España, de donde se extendió posteriormente a otros países.
De acuerdo con esta revista, una de las versiones más difundidas del origen de la tradición de las 12 uvas es que, en 1909, las cosechas de este fruto gozaron de un excedente de producción, por lo que los distribuidores decidieron empaquetarlas como “uvas de la suerte” para fomentar su venta, lo cual dio origen al ritual hoy conocido.
Sin embargo, el mismo medio aclara que existen registros a través de los cuales se formula otra tesis del origen de este ritual. Particularmente, refiere a una época a finales del siglo XIX, cuando la aristocracia española acostumbraba celebrar la Nochevieja bebiendo champagne y comiendo uvas, práctica que un grupo de madrileños inconformes comenzó a realizar de forma irónica en la plaza de Puerta del Sol, en protesta por las distinciones de clases.
Pocos años después, cerca de 1890, los diarios locales comenzaron a atestiguar el ritual de comer 12 uvas durante las campanadas de Año Nuevo, por lo cual, para entonces, ya parecía haberse convertido en una costumbre entre las familias españolas.
Así, un fruto que tradicionalmente se relacionaba con la bonanza y la buena fortuna, que además solía ser económico, se convirtió en un elemento inseparable de la Nochevieja, el cual posteriormente se difundió por otras regiones del mundo.
AM