Cuenta la leyenda que en el último vagón del Metro de la Ciudad de México el amor siempre brota en el aire; es el lugar perfecto para que te hagan caricias y te saquen suspiros, pero hay que aclarar que esto solo pasa entre hombres.
A lo largo de los años muchas historias de encuentros casuales se han contado y visto en el último vagón del Metro, también conocido como el vagón de los gays, pero me creerás que todas estas anécdotas no habían llegado a los oídos de los más jóvenes, quienes viajan en este transporte con la advertencia de que jamás se deben subir en él.
'Yo solo quería ir sentado'
Durante el día, el último vagón del Metro permanece en calma y funciona como los demás vagones, pero pasadas las 10 de la noche se comienza a saturar ya que entre hombres que gustan de su mismo sexo, todo tipo de cercanía está permitido.
Es bajo este contexto que un joven, identificado como @soyprior en TikTok, contó que cansado de siempre ir apretado y parado, decidió subirse a dicho vagón, todo para poder alcanzar un asiento. Pero después de varias semanas sintiendo la comodidad, que casi nunca existe al viajar en el Metro, un día supo la razón del por qué si no eres homosexual, nunca te debes subir al último vagón.
'No cometan mi error. Toda mi vida había escuchado que nunca te debes subir al último vagón del Metro, porque según pasaban cosas raras, pero nadie ver... decía qué pasaba y yo seguí el consejo. Durante 22 años nunca me subí a ese pinche vagón hasta que hace dos semanas dije wey estoy harto de irme parado toda la pinche línea", contó en un video.
Explicó que en un principio haberse subido al último vagón fue una experiencia increíble porque alcanzaba lugar e iba súper cómodo; " me fui solo en mi asiento, nadie me molestaba, así que durante las dos últimas semanas me fui en ese pinche vagón".
'Me estoy alucinando'
Narró que "nunca había sido tan feliz hasta que todo cambió el día de ayer. Fui como siempre al metro, pero estaba hasta la ver... de lleno y dije no ha pedo, yo ya tengo mi lugar reservado en el último vagón, pero ¿Qué creen? También estaba bien pinche lleno y dije ya a la ver... me meto, chingue su madre".
Soy Prior mencionó que iba tan atascado de gente que se sentía demasiado incomodo por lo mismo y es que durante su viaje, el movimiento hacía que le acercará mucho "su camotito" al joven de enfrente y también sentía como le acercaba su trasero a otro hombre, de quién pensó eso lo estaba haciendo enojar.
Contó que afortunadamente alguien se bajó y él pudo moverse hacia la puerta que no se abre y fue en ese momento que vio como dos hombres se estaban dando se estaban "atascando (...) todos como sardinas y esos weyes como en un pinche hotel".
"En eso empiezo a ver como mueven sus manos como si estuvieran rascando algo y cada vez la agitación del gordito (el hombre detrás de él) se escuchaba más rara. Dije no, creo que esos suspiros no son de enojo. No puede ser, no se conocían, yo vi y dije no, me estoy alucinando, me estoy alucinando. En eso sentí una mano bajando hasta abajo y digo 'no mames wey', con cara de ¿qué ver... estás haciendo?", detalló.
"Al final el bato se aleja con su teléfono en la mano y dije no mames, estaba intentando hacer lo que pienso, wey me estoy paniqueando macizo. Lo estoy imaginado. Entonces veo al gordito y a otro wey atascándose, ahí todo se me aclaró y dije 'no mames, estoy en una horchata'; todos se la estaban arrimando, el siguiente soy yo, wey no mames, bájenme de aquí. Me dije a mi mismo, wey al primero que me toque le suelto un verg... y no de los que ellos quieren".
Finalmente cuando se abrieron las puertas, el joven se bajó corriendo; 'yo quería sentarme, pero no sentarme en una ria...".
DAN