La plataforma de straming Netflix volvió a retomar casos históricos polémicos para la realización de una serie documental. Ahora presenta una nueva producción llamada “Ciudad del miedo: Nueva York vs. La mafia”, que retrata la caía de las cinco familias italoamericanas y quiénes fueron los expertos del FBI que ayudaron a acabar con ellas
A través de tres capítulos, la serie cuenta como el FBI plantó micrófonos en las casas y en los autos de los jefes de la mafia para poder reunir evidencias para así vincularlos a delitos y aplicar la famosa ley RICO, conocida en español como Ley de Chantaje Civil, Influencia y Organizaciones Corruptas.
Así, los intocables jefes mafiosos y sus manos derechas podían ser acusados de conspiración, aunque no hayan participado de manera directa en los crímenes.
Carmine Persico, Philip Rastelli, Paul Castellano, Tony Corallo y Tony Salerno fueron los mafiosos que mantuvieron el control de la ciudad desde los 60 hasta mediados de los 80, y cuyas figuras inspiraron libros como “El Padrino” de Mario Puzo, así como series de televisión como "Los Soprano" y hasta personajes de caricaturas como “El gordo Tony” de Los Simpson.
Carmine Persico de la familia Colombo
Era conocido como “serpiente” o Junior” y nació el 8 de agosto de 1933 en Brooklyn, Nueva York, como parte de una familia humilde, pues su padre trabajaba como taquígrafo.
La carrera criminal de Carmine comenzó cuando era apenas un adolescente. A los 16 años ya era conocido por la policía por ser el líder de la pandilla de los Garfield Boys, en la que jóvenes armados con cuchillos y pistolas de elaboración casera extorsionaban a los jóvenes del barrio.
Fue reclutado por Joe Profaci, antiguo líder de los Colombo y su nombre destacó cuando participó en el asesinato de Albert Anastasia, otro capo de la mafia. Se convirtió en el hombre de confianza de la familia mafiosa hasta que se volvió en el líder de la organización.
En 1984 fue acusado de encabezar un grupo del crimen organizado y de varios asesinatos y dos años después sentenciado a 139 años de cárcel, condenándolo a pasar el resto de su vida en prisión. Se presume que desde la cárcel seguía dirigiendo la mafia.
Carmine Persico murió a los 85 años de edad en marzo de 2019 en el hospital de Durham, en el estado de Carolina del Norte.
Philip Rastelli de la familia Bonnano
Philip “Rusty” Rastelli nació el 31 de enero de 1918 en Queens, y antes de unirse a la familia Bonnano estuvo involucrado en extorsión y tráfico de drogas.
Se hizo cargo de la familia a principios de los años 70, luego de que el jefe Joseph Bonnano se jubilara. La familia nombró una comisión para administrar los negocios del clan, entre los miembros de la comisión estaba Rastelli.
En 1975 entró a la cárcel acusado de extorsión con la condena de tres sentencias concurrentes de 10 años. Desde la prisión supuestamente ordenó el asesinato de uno de los integrantes de la comisión, pues el resto consideraba que era malo para los negocios, y con la muerte de su compañero del clan, Rastelli se convirtió en el jefe indiscutible de la familia Bonnano controlando desde las rejas los negocios de su familia.
En 1985 fue acusado de crimen organizado. En 1991 fue liberado porque se creía que estaba muriendo y un mes después falleció en el hospital Booth Memorial de Queens a causa de cáncer de hígado a los 73 años.
Paul Castellano de la familia Gambino
Paul Castellano era un carnicero de profesión que escondía tras su fachada de amable comerciante la actividad de líder poderoso de la mafia. Tras suceder a su primo y cuñado Carlo Gambino, se había colocado al frente de la familia y dirigía negocios en Nueva York, Nueva Jersey, Florida, Pennsylvania, y las Vegas (Nevada).
Se estimaba que su clan contaba con unos 250 miembros, unidos bajo la ley del silencio y otros mil asociados de menor rango.
El 16 de octubre de 1985 murió acribillado en Manhattan, los jóvenes que lo asesinaron le dieron seis balazos en la cabeza y seis en el pecho. En esas mismas fechas estaba siendo juzgado en un tribunal de Nueva York por una operación a gran escala de robo de automóviles de lujo y conspiración para cometer asesinatos y otros crímenes.
Tony Corallo de la familia Lucchese
Anthony Corallo, un hombre tranquilo que, según los informes, disfrutaba de la jardinería, la ópera y comer pasta, fue el líder de la familia, de 1973 a 1986. También fue apodado "Tony Ducks" debido a su reconocida habilidad para evitar condenas.
Uno de sus primeros movimientos como jefe fue hacerse cargo de la distribución de grava en varias áreas de Nueva York, y las compañías de grava que poseía ayudaron a aumentar la influencia de la familia en la industria de la construcción.
A principios de la década de 1980, sus días de esquivar llegaron a su fin, cuando los investigadores colocaron en un micrófono en el tablero de mandos del Jaguar de Anthony Corallo, lo que permitió a la policía seguirle hasta una reunión y posteriormente obtener los comentarios que realizó sobre la reunión.
En 1985 fue arrestado por el FBI y la policía de Nueva York por cargos de crimen organizado. Dos años después fue declarado culpable y condenado a 100 años de prisión. Renunció a su control sobre la familia Lucchese y murió en el 2000 a la edad de 87 años.
Tony Salerno de la familia Genovese
Fue conocido como Fat Tony (Gordo Tony) por su corpulencia. Había escalado prácticamente todos los puestos hasta llegar a jefe del clan al comienzo de los años ochenta. Hasta su detención, Tony dirigió una red del crimen organizado que se extendía de norte a sur de Estados Unidos.
En 1986, la revista Fortune había colocado a Salerno a la cabeza de los 50 principales jefes mafiosos norteamericanos en función de su "riqueza, poder e influencia".
En esos años también fue sentenciado a dos largas condenas de 100 y 70 años. Padecía numerosos problemas de salud y falleció en 1992 por una congestión cerebral.