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Antonio Michel Guardiola

El ganador del mundial: la migración

ARISTAS

Antonio Michel Guardiola
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

El mundial de Qatar 2022 trascenderá, no sólo por una de las finales más emocionantes de la historia, sino porque se evidenció la importancia de la migración. Tan sólo en la final, diez de los jugadores del equipo francés tienen raíces africanas, mientras que prácticamente todos los jugadores argentinos cuentan con orígenes de distintos países europeos.

Los dos equipos son representaciones de la conformación social de sus países y de los estragos del colonialismo. La inmigración ha sido criticada y, en ocasiones, rechazada en muchos países, pero muchos de los equipos que han regalado partidos y momentos memorables para millones de personas, estuvieron allí gracias a la migración y la integración de culturas.

Un ejemplo de ello fue el gol de Embolo, de Suiza, contra su tierra natal, Camerún. El jugador suizo alzó los brazos como símbolo de disculpas tras anotar el gol, pues lidió con la confrontación de identidades culturales. Wer Mabil, que vivió en un campo de refugiados en Kakuma, Kenia, dio el tiro penal que otorgó la clasificación a Australia sobre Perú. El famoso Mbappé, de Francia, no podría contribuir tanto a ese equipo si no fuera por los esfuerzos de migrar hacia una mejor calidad de vida.

De acuerdo con un texto de Camilo Gómez, en donde se refiere a un estudio de la Universidad de Utrecht, los mundiales habrían sido diferentes sin la migración. Se estima que, en promedio, el 5% de los jugadores en cada edición ha nacido en un país distinto al que representan. Desde 2010, la proporción no es menor al 10%. En 1998, previo a que Francia fuera anfitriona, había muchos ataques de xenofobia y racismo. Se escuchaban gritos de “falsos franceses” contra los migrantes que conformaban la selección –misma que quedó campeona ese año–.

En 2022, Qatar (anfitrión) se presentó con un equipo en el que el 38% de los jugadores no era nativo. Al contar al resto de los equipos, 137 de los 830 jugadores representaron a países distintos de su tierra natal. El jugador marroquí, Achaf Hakimi, nació en Madrid y fue quien anotó el gol para que su selección venciera a España. En el caso de México, Rogelio Funes se enfrentó a su país de origen, Argentina. Esto demuestra que no necesariamente el pasaporte señala donde está el corazón.

Más allá de los números, lo que señala esta composición de equipos es que la migración tiene un impacto positivo en la conformación de las sociedades. La migración es inherente a la naturaleza humana y es inevitable. La humanidad está en constante movimiento y estos flujos migratorios son, a su vez, impulsados por muchos y diversos motivos. El hilo conductor es la necesidad de buscar una mejor vida. El empeño y el espíritu de lucha se ven reflejados en la determinación para alcanzar sus sueños. Celebremos los momentos gloriosos del mundial y apreciemos la integración de la diversidad en la cultura. En el futbol, el movimiento es clave; en la humanidad, el movimiento es inevitable.