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De la democracia (1/5)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Dedicaré, este y los próximos cuatro Pesos y Contrapesos, por razones obvias, a compartir con mis lectores algunas reflexiones personales en torno a la democracia, esa que Hoppe ha llamado el Dios fallido (Hoppe, Hans - Hermann; Democracy, the God that Failed; Routledge; 2017), y lo haré en tres partes. Primera: ¿qué es la democracia? Segunda: ¿cuáles son las amenazas a la democracia? Tercera: ¿cuáles son las amenazas de la democracia?

¿Qué es la democracia? Según la definición literal, la democracia (de cratos, poder y demos, pueblo), es el poder del pueblo. Poder, ¿para qué? Pueblo, ¿quién es? De acuerdo a la definición real, la democracia es elección. ¿De quiénes? En primer lugar de quienes eligen: personas que presenten su Credencial para Votar vigente y estén inscritas en la Lista Nominal de Electores, debiendo ser mexicanas, mayores de 18 años, y tener un modo honesto de vivir (cualquier cosa que esto signifique y cualquiera que sea la manera de verificarlo (¿?) al momento de votar). En segundo término de quienes son electos: gobernantes, tanto para el Poder Ejecutivo (presidente de la república, gobernadores de los estados, presidentes municipales, jefe de gobierno de la Ciudad de México y los alcaldes de la misma), como para el Legislativo (diputados y senadores, a nivel Federal, solamente diputados a nivel estatal).

Si lo propio de la persona es estar gobernada por leyes, no por personas, por más que sean estas quienes hagan aquellas, entonces gobiernan quienes hacen las leyes, los legisladores, leyes a las cuales los integrantes del Poder Ejecutivo deben sujetarse, comenzando por el presidente y su juramento de cumplir y hacer cumplir la Constitución. De ser así se tiene una democracia constitucional: se elige a quien gobernará según los poderes que la Constitución le confiere. La Democracia Constitucional se enmarca dentro de los límites del Estado de Derecho, que es el gobierno de las leyes justas, por lo que en realidad es Estado de Justicia.

Uno de los problemas con la democracia, y causa del desencanto que ha ocasionado, es que de ella se espera, y en muchas ocasiones se le exige, más de lo que, como tal, como democracia, puede proveer (por ejemplo: república, Estado de Derecho, igualdad, crecimiento económico, bienestar social, justicia, bien común, etc.), problema que encontramos, de entrada, en el artículo tercero constitucional, en el cual leemos que la democracia no es únicamente una estructura jurídica y un régimen político, sino un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo, lo cual, si por democracia entendemos una forma pacífica de elección de gobernantes (democracia electoral), es mucho pedirle.

Claro que la democracia puede identificarse con todo lo que quienes teorizan sobre la misma quieran que se identifique, como puede ser el constante mejoramiento económico, social y cultural (¿por qué no sumarle ético y moral, el más importante de los todos los mejoramientos posibles?), identificación que lleva a creer (¿hasta qué punto no fue lo que se creyó en México cuando el sufragio comenzó a ser efectivo?), que, conseguida la democracia, el resto (mejoramiento ético, moral, económico, social, cultural, etc.), se daría por añadidura.

Continuará.