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Arturo Vieyra

Camino a la desaceleración

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Después de la profunda caída de la economía mexicana durante el 2020, se registró una recuperación durante el año siguiente que, si bien no fue suficiente para retomar los niveles previos a la debacle económica, sentó las bases para una reactivación progresiva que se consolidó durante 2022.

En efecto, el crecimiento del año pasado mandó claras señales de recuperación económica al avanzar el PIB a una tasa de 3.1%. La demanda interna, tanto el consumo como la inversión, dio cuenta de una moderada mejoría al final del año, al mismo tiempo que la demanda externa recuperó vigor y fue la principal impulsora del crecimiento. Incluso, como señala la estadística de las exportaciones no petroleras, éstas han superado ampliamente la caída promovida por la crisis.

La razón de este impulso externo a la economía mexicana se encuentra en el sostenido proceso de reactivación mostrado por la economía de Estados Unidos. Es bien sabido el estrecho vínculo que nuestra economía tiene con la del vecino del norte, además de las ventajas que ofrece el T-MEC para nuestras exportaciones, existen varios elementos que confluyen positivamente para el logro de una simultánea reactivación entre ambas naciones.

En paralelo, la recuperación en Estados Unidos fue sólida y tiene un claro reflejo en la economía mexicana en dos frentes fundamentales. En primer lugar, se traduce en el ya mencionado sostenido incremento de las exportaciones. Cabe notar que los exportadores mexicanos han sabido aprovechar la disputa comercial entre EU y China, por lo que han venido incrementando paulatinamente la participación de mercado en el total de importaciones manufactureras de EU. En segundo lugar, la reactivación del empleo y salarios en México y la continuidad en el flujo de remesas familiares fueron apoyos a la economía mexicana fundamentales.

No obstante, los riesgos de una recesión en la economía más poderosa del planeta ahora son evidentes. Hay cada vez más claros signos de que la economía de Estados Unidos se está enfriando. Es muy probable que veamos una caída de la producción en ese país en la segunda mitad del año.

En México, la economía hasta el primer trimestre de este año ha mostrado una sorpresiva resiliencia. Si tomamos los datos del Indicador Oportuno de la Actividad Económica podemos suponer con razonable certidumbre que el PIB en México alcanzará un crecimiento de alrededor de 3%; empero, considero que el optimismo llega hasta ahí.

Las noticias ya alumbran el enfriamiento de la economía. Principalmente, es claro ver cómo la desaceleración del mercado manufacturero en Estados Unidos impacta directamente la producción y exportaciones de ese sector durante la primera parte del año. Incluso, de acuerdo con datos de la producción industrial publicada por el Inegi, de los 29 sectores señalados, más de la mitad (16) tuvieron un retroceso en su producción durante febrero respecto al mes previo.

Por el lado de la demanda interna, aunque vemos un cierto impulso a la inversión, el rezago en la construcción sigue siendo considerable. Por el lado del consumo, indicadores de ventas al menudeo como los de la ANTAD ya señalan claramente un menor ritmo de crecimiento. La desaceleración asoma la cabeza, por ello el crecimiento de la economía mexicana será este año modesto, alrededor del 1.5%.