a

Arturo Vieyra

Política monetaria en un dilema

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra
Por:

De los dos instrumentos fundamentales de la política económica, el que corresponde a la política monetaria llevada a cabo por el Banco de México es la que más ha intentado promover el crecimiento económico en la actual crisis. A diferencia de la política fiscal que, en este año no ha dado visos de generar un impulso importante a la economía debido a la decisión del gobierno por mantener las finanzas públicas sanas, instrumentando una austeridad muy acentuada en el ejercicio del gasto.

En efecto, ante la falta de un impulso fiscal relevante —vía una mayor expansión del gasto público—, Banxico ha instrumentado una política monetaria que pretende agilizar el crédito y el consumo y, en consecuencia, el crecimiento económico. Ello ha sido a través de un conjunto de medidas para incrementar la liquidez del sistema y promover el crédito y, principalmente, a través de una sostenida baja en la tasa de interés de referencia.

No obstante, el banco central actualmente enfrenta un dilema para continuar o poner fin a su política de relajamiento monetario. Síntoma de esta disyuntiva se plasma en las expectativas de los analistas sobre el próximo movimiento de la tasa de interés por parte del Banxico —el próximo 12 de noviembre— publicadas en la más reciente Encuesta Citibanamex, donde si bien el 57% anticipa una baja en la tasa, no es depreciable la proporción de analistas que considera que no se moverá.

Existen razones de peso para argumentar cualquiera de las dos posiciones. Por un lado, el límite principal para una reducción adicional a las tasas viene por el reciente comportamiento de la inflación, que en octubre dio de nueva cuenta un salto para ubicarse en 4.1%, ya por encima del 4% que es el límite superior del rango permisible para el Banxico. En segundo lugar, una reducción adicional a la tasa de interés reduciría a su vez el diferencial entre las tasas de interés interna y externa promoviendo presiones sobre el tipo de cambio.

Sin duda, las anteriores son razones de peso que la Junta de Gobierno del Banxico tomará en cuenta para su decisión del próximo jueves. Sin embargo, también hay razones fuertes que apoyan una decisión en favor de una baja en la tasa de interés. La difícil situación económica por la que atravesamos implica una debilidad muy acentuada del consumo que presiona los precios a la baja. En el mismo sentido, la reciente fortaleza del peso frente al dólar —que incluso sorprendió al grueso de analistas— también va en favor de una menor presión inflacionaria. A ello se suma que las expectativas de inflación oficiales y del sector privado siguen apuntando una disminución gradual para los próximos meses.

Con estas razones, a pesar de que el consenso de analistas se inclina por una baja de tasas de un cuarto de punto porcentual para llevarla a 4%, la incertidumbre prevalece, pues el mandato fundamental del Banxico es mantener la inflación por debajo del 4% pero, por otro lado, apoyar el crecimiento es una prioridad. Considero que, en el balance, se optará por una baja en los rendimientos. Hasta ahora no han sido suficientes los apoyos al crecimiento.