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Bernardo Bolaños

2024, ¡viva la bipolarización!

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En 2018, México tuvo una contienda presidencial con tres candidatos (AMLO, Anaya y Meade), cada uno respaldado por un importante aparato político. En cambio, 2024 se vislumbra con dos candidatas fuertes. En los hechos, estábamos en un sistema más tripartidista (Morena, PRI, PAN) y hoy en uno más bipolar (Morena, PRIAN). Según encuestas recientes, Álvarez Máynez de MC sólo tiene un apoyo de entre 3% y 10 por ciento.

Parece que, en 2024, los votantes elegirán entre dos candidatas con verdaderas posibilidades, y en México no tenemos la opción de una segunda vuelta. Esta bipolaridad es una buena noticia, según un reciente libro que ha revolucionado los estudios electorales.

Los académicos Julia Cagé y Thomas Piketty, en su obra Una historia del conflicto político, usan la ciencia de datos para argumentar a favor de una bipolarización política, sugiriendo que la estabilidad generada por un sistema bipolar (si no literalmente bipartidista) puede tener impactos positivos en el desarrollo democrático, social y económico de un país. Plantean que la actual tripartición política en Francia (Macron, la izquierda ecologista y la derecha nacionalista) es similar a la que se experimentó entre 1848 y 1910, y que es lo suficientemente inestable como para desaparecer, además de que permitió la enorme desigualdad que Piketty denuncia en su famoso libro El capital en el siglo XXI.

Cagé y Piketty explican que la tripartición divide a las clases populares, tanto urbanas como rurales. Los citadinos sin vivienda propia expresan entonces su recelo de los habitantes del campo que poseen sus casas y parcelas y, viceversa, los campesinos sacan a relucir prejuicios conservadores contra los urbanos “libertinos”. Se divide entonces el voto de los pobres por temas de identidad y de moral. En un esquema bipolar, en cambio, los urbanos de izquierda toleran políticas tipo Procampo o Sembrando vida.

Cagé y Piketty argumentan que la bipolarización, particularmente fuerte en Francia entre 1910 y 1992, contribuyó positivamente a generar riqueza e igualdad. La izquierda ponía los ideales y la derecha permitía que no fueran meros delirios o excesos destructores de la democracia (como en el bloque comunista). Los cito: “Sin pretender idealizarla, esta dialéctica movilizadora permitió, durante el siglo XX, estructurar una transformación sin precedentes (aunque insuficiente e inconclusa) hacia una mayor igualdad social y una mayor prosperidad económica, todo ello en el marco de una democracia electoral pluralista basada en democracia colectiva, deliberación, alternancia política y respeto a la diversidad de puntos de vista”.

Las ideas de Cagé y Piketty, enfocadas en el contexto francés, nos invitan a considerar la estabilidad política que puede proporcionar un sistema bipolar o bipartidista. Queda por verse cómo estas dinámicas se aplicarían en el contexto del presidencialismo mexicano. Durante el siglo XX, los franceses tuvieron un sistema más bien parlamentario. Primeros ministros y gobiernos cambiaron con frecuencia. Para que la bipolarización rinda frutos, necesitamos contrapesos en el legislativo.