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Macron contra Mélenchon ¡está cañón!

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

La izquierda ganó simultáneamente en Reino Unido y en Francia, pero con programas inversos. Los laboristas británicos expulsaron a Jeremy Corbyn (el más a la izquierda y amigo de AMLO) y en campaña ofrecieron no aumentar el impuesto a las grandes fortunas y sí reducir la inmigración.

En Francia, Jean-Luc Mélenchon (el más a la izquierda y admirador de AMLO) es uno de los protagonistas en el Nuevo Frente Popular que ofreció como una de sus propuestas centrales aumentar el impuesto a las grandes fortunas, regularizar a los “sin papeles” y crear el estatus de “desplazado por el cambio climático”.

El nuevo Primer Ministro del Reino Unido, Keir Starmer, dice que su política será pro creación de empleo (para lo cual busca atraer a los millonarios, no ahuyentarlos). También pretende reducir el número de 350 mil inmigrantes al año, reservando las visas para los que cuenten con calificación y estableciendo programas de trabajadores temporales.

Por su parte, en las recientes elecciones legislativas en Francia, aunque 10 millones de electores votaron en favor de la extrema derecha, ésta no obtuvo la mayoría porque las dos minorías (la izquierda, con 7.4 millones de votos, y el partido de Macron, con 6.3 millones de sufragios) pidieron a sus electores ejercer el voto útil y derrotar al partido anti inmigrante y anti diversidad sexual, con raíces históricas pro nazis. Los ganadores, por lo tanto, fueron los del Frente formado por socialistas, ecologistas, comunistas y los llamados “insumisos” de Mélenchon, con sus 7.4 millones de votos y 182 diputados.

Pero el actual presidente Emmanuel Macron se ha negado a reconocer el triunfo relativo de la izquierda y a nombrar a un primer ministro perteneciente a ésta. El pretexto se lo da Mélenchon y su grupo autodefinido de izquierda radical (anticapitalista y euroescéptica moderada, pues son críticos de las políticas neoliberales de la Unión Europea). “Nadie ganó” dice tramposamente Macron, a diferencia de lo que opinaba cuando su propio partido obtuvo todavía menos diputados en 2022 (sólo 174 diputados).

Mélenchon y sus “insumisos” (bastante sumisos a su figura) quisieran comenzar ya a gobernar, buscando sobre la marcha los votos que les faltan. Dados los guiños que la extrema derecha ha hecho a la clase trabajadora francesa (en materia de pensiones y aumento de salarios), algunas de las propuestas de la izquierda podrían, paradójicamente, encontrar respaldo en el lado completamente opuesto (dado que los centristas son muy conservadores cuando de la estabilidad macroeconómica se trata). Pero el Nuevo Frente Popular necesita el aval del presidente de la República. Y Macron más bien busca cooptar al Partido Socialista y a los ecologistas para gobernar junto con ellos, o bien inventar una mayoría de derecha moderada. Esto último rompería la tradición de que la primera mayoría en la Asamblea francesa constituya un gobierno.

Los socialistas y los ecologistas aseguran que no habrá ruptura en el Nuevo Frente Popular de izquierda, pero en su mayoría se oponen a la hegemonía de Mélenchon. Lo acusan de caudillista (caporaliste en francés).