Dos músicos para el otoño

Los árboles se deshojan. Desde la ventana de mi departamento, veo el camellón verdecido por las hojas muertas caídas: “Se movían sin premura sobre las hojas muertas, / Bajo el calor de otoño, en el aire vibrante. / Y el pájaro silbó en contestación. / A la inaudible música oculta”: T.S. Eliot.  “En llamas, en otoños incendiados, /arde a veces mi corazón, / puro y solo. El viento lo despierta, / toca su centro y lo suspende /en luz que sonríe para nadie: / ¡cuánta belleza suelta!”: Octavio Paz. Escucho a dos compositores propicios para el inicio del otoño: Bao Yuan-Kal (China, 1944) y Luciano Berio (Italia, 1925-2003).

Hurgando en una tienda de discos en saldo encontré Suite China (I. Amanecer, II. El Acertijo, III. Elegía, IV. Las flores), de Bao Yuan-Kal: alborozada partita en figuraciones de varias codificaciones en los cuatro movimientos de intenciones programáticas. Esplendente introito de las cuerdas articuladas con los metales en animosa copla (I. Amanecer: La canción cantada por los labriegos durante sus labores); placidez con flauta protagonista en coral instrumental de festiva configuración (II. El acertijo: Jóvenes parejas expresan su amor cantando): la Orquesta de Pekín asume estos fragmentos iniciales con dinámico timbre.

Melodía de expresivo lirismo que un solo de violín acentúa y las cuerdas lo secundan con tierna prosodia (III. Elegía: La tristeza causada por la partida del ser amado); espesura de los metales escoltada por percusiones procelosas y arpa en pulsos cordiales (IV. Las flores: Un momento gozoso y festivo). Dos movimientos concluyentes que el conductor elucida con eficacia. Remate en un rondó luminoso a través de deleitable sonoridad protagonizada por claves, xilófono, pandereta, timbales y cuerdas. Obra musical poco conocida en México, que descubrí gracias a mis pesquisas fonográficas por el Centro Histórico.

Voci (ECM, 2004), de Luciano Berio uno de los principales representantes de la vanguardia musical europea con incursiones destacadas en lo experimental y electrónico. Escucho Folk Songs II —para viola y orquesta—, que el músico italiano estrenó en 1986. Pieza moderna de prédica vanguardista e íntegra exigencia técnica de la viola. Canciones, coplas, baladas, cantilenas de cuna, cantos de trabajo y gritos de vendedores ambulantes (abbagnate) de origen siciliano en escalada interminable: “monodia” que la violista Kim Kashkashian afronta en dibujos de solos magistrales: perfectos pasajes complejos y cálidos de la tradición musical mediterránea.

Más que reproducciones, Berio asume un proceso de constructivismo analítico en el que el texto original se deconstruye en la búsqueda de una valorización prosódica de traslación dimensional. Voci: reto para cualquier violista por la pureza acústica-instrumental muy cercana a la dicción humana. Kashkashian se enfrenta con esmerada arenga, a las divergencias sonoras de flautas, oboes, clarinetes, fagotes, cornos, trompetas, trombones, tuba, percusiones, teclado, violines, violas, violonchelos y contrabajos. Sonido-imagen con derivaciones de Purcell, Bach, Brahms, Mahler y Stravinsky. / Y el pájaro silbó en contestación. / A la inaudible música oculta en los susurros del otoño.

Voci / Luciano Berio