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Carlos Olivares Baró

Lecturas del año: resumen de citas

LAS CLAVES

Carlos Olivares Baró 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Leo y subrayo: necesito tener en la mano un lapicero para recalcar aquello que me espoleó. Una lectura que no duela no tiene sentido. "Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros": apunta Franz Kafka, quien además señalaba: “los libros deben afectarnos como un desastre en lugar de hacernos felices”. Leo para reencontrarme, para tratar de hallarle un sentido a los azarosos episodios de la vida. Leo como una condena irremisible, la cual nunca tendrá absolución.

Quiero hoy, compartir con los tres o cuatro fieles seguidores de estas Claves, cuatro citas y un poema subrayados de libros recientes enclavados en la memoria: porque leer es también murmurarle a Dios los ecos que se impregnan en el alma.

1. “París es desvergonzada, pestilente, populosa y bella. Nunca imaginé que una ciudad pudiera albergar tantas almas: los primeros días viví con la idea de que la tierra se abriría bajo nuestros pies, incapaz de soportar el peso de las multitudes que iban u venían; de los caballos, las mulas, los burros, los cerdos, las vacas, los perros. Sobre nuestras cabezas vuelan parvadas de cuervos, gorriones, palomas, y las cagarrutas manchan gorros, cabezas y túnicas. No así en mi patria, donde las aves cantan en los jardines. Aquí no hay jardines, hay bosquecillos en los que los pobres duermen escondidos de los hombres del preboste.” (De El cuarto jinete. Verónica Murguía. Editorial Era, 2021).

2. “El doctor dijo: ‘Usted me pidió que le dijera / 

cuando no se pudiera hacer nada más. 

Se lo digo ahora.’ 

Mi padre estaba sentado, 

casi inmóvil, como siempre, sin mover los ojos. 

Yo supuse que se enfurecería al saber que moriría, 

que agitaría los brazos, que gritaría. 

Pero se quedó sentado, 

limpio con su pijama limpio, 

delgado, como un santo. 

El doctor dijo: ‘Podemos hacer algunas cosas 

para darle tiempo, pero no lo podemos curar’.

Mi padre le dio las gracias. 

Y se quedó sentado, quieto, solo, 

digno como un rey extranjero. 

Me senté a su lado. Ese era mi padre: 

siempre supo que era mortal. En cambio, yo temí 

que tuvieran que amarrarlo. Había olvidado 

que siempre se quedaba así, aguantando, 

en silencio, el alcohol un modo de callar. 

No lo había conocido: mi padre tenía dignidad. 

Al final de su vida, su vida 

empezó a despertar en mí.” (“Su quietud”, del poemario EL Padre. Sharon Olds. Editorial Bartleby, 2004)

3. “Lo que más me gustaba de tirar en la playa era el cielo. La cara de Toño aparecía y desaparecía de mi vista, alternándose con el fondo celeste. Arriba, abajo, arriba, abajo. Yo no me movía: seguía echada, mirando las nubes y pensando que mi vida preferida, desde que tenía memoria siempre había sido el cielo. ¿El cielo se movía? No, las nubes se movían. El cielo era una pista amable y silenciosa, un testigo cruel que albergaba el secreto más grande del universo: el movimiento es una ilusión” (De Hasta que pase el huracán. Margarita García Robayo. Editorial Alfaguara, 2020).

4. “El ritmo pausado de la luz moviliza la raíz. / El deseo, ese espejo naciente. /Caminar por la sombra afina la transparencia. /Un agua de soledad busca otro cauce. / El bosque habita en la mariposa” (De Amonites. Jeannette L. Clariond. Editorial Cuadrivio, 2021).

5. “Antes de desaparecer del planeta, todo ser humano tendría que tener derecho, un derecho de naturaleza política, a ver su alma, porque sin almas poco somos” (De Los besos. Manuel Vilas. Editorial Planeta, 2021).

Recalcar, el verbo se hace cómplice del grafito: toda lectura, un marcado deseo por los presentimientos de la tormenta. Cada acentuación revienta la ola. Aquí están las mías de recientes caminatas por las concavidades de los acasos.

El Padre
El padre
  • Autor: Sharon Olds
  • Género: Poesía 
  • Editorial Bartleby, 2004