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Carlos Urdiales

La disruptiva salud pública de la 4T

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Sea por convicción o por dispersión ejecutiva, la comunicación social del Gobierno federal en materia de salud es, por decirlo suave, disruptiva.

A través de sus redes sociales, el director del ISSSTE, Pedro Zenteno, informó que como millones de mexicanos en esta cuarta ola de la pandemia, dio positivo a Covid-19.

Al funcionario se le desea pronta recuperación, lo mismo que a todos los enfermos. Lo que destacó de su comunicación fue que al tiempo que se declaró contagiado, reveló que se atiende con tratamiento homeopático. Con chochitos.

La medicina homeopática tiene su prestigio y sus feligreses, sin duda. Lo que no tiene soporte científico es que exista un tratamiento específico a base de chochos para tratar padecimientos, por demás siempre inciertos de la Covid-19.

Si el director del ISSSTE comunica eso, ¿cuál es el mensaje intrínseco del funcionario público? Repito, funcionario público. ¿Que el coronavirus SARS-CoV2 y la Covid, como su expresión clínica, no es seria?.

¿Y si no lo es? Si las cabezas del sector Salud, a nivel federal, insisten en minimizar el padecimiento que ha cobrado la vida de 303 mil seres humanos, según el conteo oficial más engañoso, el de Salud, estamos frente a un sinsentido.

O 480 mil decesos, si se atienden actas de defunción del registro civil, o más de 600 mil vidas extinguidas por la pandemia, si la estadística de exceso de mortalidad del Inegi, la consideramos válida; cualquiera que sea la métrica que se acomode a la retórica gubernamental, son demasiados muertos para insistir con la ligera ambigüedad por parte de nuestros gobernantes en tés, remedios caseros y sobaditas con mentol y eucalipto; nada de eso ha servido para atenuar la catástrofe sanitaria, producida y padecida por la Covid-19.

El luto y empobrecimiento de tantos no pone serios a nuestros responsables de la salud pública; desde el secretario Jorge Alcocer que recurre a la falsa metáfora de lo que en lo personal uno haría en determinada disyuntiva, para evitar afrontar la decisión política que asume —“a mis nietos no los vacunaría”— para no transparentar las razones que sustentan tal determinación —que no tenemos vacunas suficientes—. Pero jugar con el argumento de “no hay evidencia científica” con tanta veleidad, nada bueno deja.

Y del secretario para abajo; el célebre subsecretario López-Gatell con su rosario de frases y mensajes fallidos, “fuerza moral, cubrebocas que crean una falsa sensación de protección, probabilidades nimias de que los niños y niñas mueran”, —van más de 850—, una indolencia injustificable así se trate de ponderar, sin revelarlo, las insuficiencias reales de un sistema heredado que no han sido incapaces de restaurar a los niveles que se prometió.

Médicos que andan en redes sociales, adversarios o simpatizantes, o simples exponentes de su saber, advierten que no hay tratamiento homeopático para tatar la Covid-19. Así que, disruptiva y contradictoriamente, hacer caso a los responsables y sus ocurrencias, a estas alturas, es una decisión, por lo menos, temeraria.