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El futuro es amarillo

ARQUETIPO FUTBOL

Daniel Alonso
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Hace tiempo que no veía un Cruz Azul con tanta confianza, aplicándole un lindo baile al América, en su casa, ante su gente. El futbol desplegado en el Azteca del equipo Cruz Azul fue de nota alta; con pases y pases, mucha elaboración, posesión, llegada por las bandas y remates al arco y secando la estrategia de André Jardine buscando hacer daño con contragolpes; pero a La Máquina le faltó lo más importante en el futbol, empujar el balón a las redes, el ansiado gol. Y la máxima del futbol, gol fallado, gol en contra, nunca falla.

Y como broma cruel del destino, la derrota viene de la mano por una decisión mal tomada por el árbitro central, de un desgraciado penal cuando el final de los noventa minutos se asomaba. No creo que fuera un robo; no creo que Emilio Azcárraga le haya hecho una transferencia bancaria al árbitro central, Antonio Ortiz. Lo que sí creo, es que pesó la historia del Club América durante los segundos en los que el juez del partido tenía que tomar una decisión trascendental para uno u otro equipo.

Incluso, el día de ayer que se revelaron los audios del VAR, se divide la decisión entre los analistas del video y Ortiz. Uno de ellos, afirma contundentemente que el jugador del América arrastra el pie y que no existe penal; pero parece que en caso de empate, hay que dársela por buena al club que más pesa. Y ojo, que Reyes y el América son los menos culpables de ello. El futbolista le mete colmillo, a una barrida temeraria en el área, por un balón perdido por el propio Rotondi. En unos cuantos segundos, el jugador de Cruz Azul dio cátedra de todo lo que un jugador no debe realizar en zona de seguridad.

El América es justo campeón porque ganó el global 2-1. Porque tuvo capacidad de reacción en el Estadio Azul y aguantó en el Azteca en gran medida gracias a Malagón. Una final de lo que finalmente se habla más es del arbitraje, en gran parte, por culpa de un club que no metió un gol cuando mejor jugó y porque el América se desdibujó en la Liguilla y optó por un futbol pragmático y así le funcionó. A su dueño, a los jugadores, al entrenador y a su afición, es lo que menos les importa. Hoy gritan con felicidad absoluta que son bicampeones de nuestro futbol y con esa soberbia que caracteriza al americanismo, aseguran que en diciembre bordarán la estrella número 16.

Sí, la liga hoy le queda chica al América, porque supieron sufrir ante Pachuca en la ida y ante Cruz Azul en la vuelta. En ambos partidos, con más puntería del rival, el marcador hubiera sido otro. Y de ser así, hoy la prensa americanista, la que critica y niega a la antiamericanista, hablaría del fracaso del año por no ganar la liga y la Concachampions, haciendo siempre énfasis en que nuestro futbol es de lo más mediocre. Así, los discursos se ajustan de acuerdo con la conveniencia.

Felicidades al Club América y todos los que forman parte de la institución y a su enorme afición que hoy celebra. Un merecido bicampeonato que los obligará a pelear el tri, y así ser los únicos en lograrlo. El proyecto que encabeza André Jardine luce más poderoso que nunca y si los otros equipos quieren evitar que la “dinastía águila” sea una realidad, hay mucho trabajo por hacer. Dejarlo en manos de un silbante, no es opción.

Si los otros equipos que pueden pelearle al América de tú a tú quieren evitar que la “dinastía águila” sea una realidad, hay mucho trabajo por hacer, empezando con un análisis frío y una verdadera autocrítica en las carencias propias. Que este nuevo título americanista no sea en vano y se transforme en una motivación extra a sus rivales.