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Las dos caras de Alberto

JUSTA MEDIANÍA

David E. León Romero
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Los estados del noreste de nuestro país requieren de los ciclones tropicales para llenar sus presas y, con ello, garantizar la disponibilidad de agua en calidad y cantidad para emprender sus actividades, aun teniendo que pagar el costo de la destrucción que a su paso dichos fenómenos pudieran producir. En otras regiones del país con mayor disponibilidad de agua, en lo general buscamos que los ciclones no pasen por nuestro territorio, por los daños que usualmente en las comunidades producen.

El gobernador de Nuevo León celebra el incremento de los niveles de agua en las presas de su estado tras el paso de Alberto, el primer ciclón tropical de esta temporada. Y cómo no hacerlo, si la situación por la que atraviesa aquella región es preocupante. Los esfuerzos que tanto el gobierno estatal como el federal han emprendido para contrarrestar la crisis hídrica por la que atraviesa la entidad son importantes.

Alberto trajo un respiro a Nuevo León y a Tamaulipas, no así a otras entidades de nuestro país que continúan enfrentando una tremenda sequía. Las principales presas de Nuevo León: La Boca, Cerro Prieto y El Cuchillo alcanzan hasta hace unas horas 93, 68 y 86 por ciento de su capacidad, respectivamente. Para dimensionar el gran valor que Alberto ha traído para esta entidad, pudiera servirnos el siguiente dato: el fenómeno ha traído más agua a los embalses de Nuevo León que la acopiada en los últimos 5 años.

Frente al remanso de calma neoleonés, persiste la tensión en otras zonas del país. Los niveles del Sistema Cutzamala, encargado de dotar de agua a la Ciudad de México, continúan preocupando a diversos actores; la presa Miguel Alemán registra un 26 por ciento de su capacidad. Los bajos niveles han obligado a la Comisión Nacional del Agua a disminuir el caudal que viaja a las viviendas de la capital del país.

Frente al sensacionalismo de algunos, la mesura que brinda la solvencia de los especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México nos otorga esperanza frente a un posible Día Cero, entendido como el momento en el que será imposible suministrar el agua necesaria. El problema que enfrentamos es multifactorial y requiere la participación de todos para conformar una solución. La amenaza del Día Cero ha acechado principalmente a las ciudades del norte de nuestro territorio; sin embargo, es una posibilidad latente por distintas causas para otras comunidades del país.

La sequía que sufre gran parte del territorio nacional no es la más grave registrada en los últimos años y forma parte de un ciclo natural que se vive en zonas con características diversas. La etiqueta de natural no nos exime de nuestra responsabilidad frente a ella.

Tecnología, conciencia e inversión deben ser elementos transversales presentes en todos los sectores en los que se usa y consume agua. Desde la vivienda, hasta las grandes superficies agrícolas, pasando por la industria mexicana, para evitar el Día Cero, debemos de modificar radicalmente nuestra relación con el agua.