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Exportar experiencia

JUSTA MEDIANÍA

David E. León Romero
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Solemos enaltecer la organización de eventos deportivos en Estados Unidos. Personalmente he tenido la oportunidad de correr maratones y triatlones en aquel país; lo mismo en México y, en honor a la verdad, considero que los niveles de organización en ambos países para este tipo de eventos suelen estar a la misma altura.

En México, empresas especializadas e integrantes de los tres niveles de gobierno, han entendido la dinámica de este tipo de eventos y han garantizado seguridad y orden; muestra de ello los diferentes triatlones olímpicos realizados en distintos puntos del país, el maratón de la Ciudad de México y su medio maratón, por mencionar sólo algunos.

He tenido también la oportunidad de asistir como aficionado a eventos masivos en aquel país: partidos de beisbol, basquetbol y futbol americano, que suelen ser ordenados y seguros. Sin embargo, lo sucedido en días pasados en la final de la Copa América, disputada en Miami, Florida, ha dejado serias dudas de la capacidad que, tanto responsables del evento como autoridades, tienen para desarrollar con éxito, orden y seguridad, eventos masivos; con la presencia de aficionados de otras naciones que suelen tener comportamientos distintos y niveles de pasión usualmente no vistos en aquel país. Recordemos que la final estuvo protagonizada por las selecciones de Argentina y Colombia, cuyas aficiones suelen ser entusiastas (por decir lo menos). Miles de colados sin boleto, mientras miles de aficionados con boleto se quedaron afuera; la saturación de las gradas y la presencia de aficionados ocupando escalinatas y pasillos pudieron ser componentes de una eventual tragedia

Decenas de veces he tenido la oportunidad de asistir a partidos de futbol en estadios de Nuevo León, Jalisco y Ciudad de México, donde se enfrentan escuadras antagónicas y aficiones aguerridas. Los organizadores —entendidos como los responsables de los estadios anfitriones— han adaptado su infraestructura para albergar este tipo de eventos; además, cuentan con personal capacitado y experimentado en su planeación, ejecución y conclusión. Aunado a ello, las autoridades estatales y municipales, establecen mecanismos de coordinación para prevenir y mitigar los riesgos, concentrando todo tipo de recursos en la búsqueda de alcanzar orden y seguridad. La experiencia no acaricia, y han sido años de esfuerzo y el sufrimiento de algunas tragedias, lo que nos ha permitido cierto nivel de eficiencia.

En puerta se encuentra la Copa Mundial de Futbol que tendrá como sedes estadios en México, Estados Unidos y Canadá. El precedente y las lecciones que nos deja la final disputada en Miami, obligan a la modificación de instalaciones y fortalecimiento de protocolos para garantizar estadios seguros y ordenados. Estoy seguro que en los estadios mexicanos no habrá notas como las registradas en Miami. Sugiero que la experiencia nacional se exporte a nuestros vecinos del norte, para garantizar la fiesta en paz, en un mundial de futbol que facilitará la presencia de aficionados del continente americano.