¿Qué hay detrás de la condena de la ONU a los asentamientos israelíes?

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El Tribunal Internacional de Justicia de las Naciones Unidas (TIJ) declaró ayer que el control israelí en Cisjordania y el Este de Jerusalén, en particular la política de asentamientos de colonos y el control de sus recursos naturales, violan las leyes internacionales y equivalen a “una anexión permanente que impide la autodeterminación de los palestinos”. La opinión no es jurídicamente vinculante y dista poco de la posición de las principales potencias occidentales. Éstas, casi sin excepción, apoyan el establecimiento de un Estado palestino con base en la solución de dos Estados —en el territorio de Cisjordania y Gaza con el Este de Jerusalén como su capital—.

Sin embargo, ésta es la primera vez que el TIJ expresa su opinión sobre la legalidad de la presencia israelí en esos territorios y podría tener consecuencias importantes para Israel en términos de acuerdos de seguridad y sanciones. Además, simboliza el creciente aislamiento de Israel ante al mundo en respuesta al intento de Netanyahu y sus ministros de ultraderecha de extender indefinidamente la guerra en Gaza. No obstante, a pesar de que la decisión de la Corte es, sin lugar a dudas, una condena a la política israelí, incluso partidos israelíes de centro se expresaron en su contra, la realidad es que en el país pocos apoyan el proyecto colono.

Israel ha mantenido una presencia militar en Cisjordania desde 1967, cuando de manera insólita logró repeler el intento de Egipto, Jordania y Siria de destruir el país. Sin embargo, a pesar de que la derecha ha gobernado en varias ocasiones, incluyendo un dominio casi completo en los últimos veinte años, Israel, en todos estos años, no ha formalizado la anexión de Cisjordania a su territorio; es decir, que incluso bajo la propia ley israelí estos territorios no pertenecen formalmente al país.

En la década de 1990, el primer ministro Yitzhak Rabin y el aparato de seguridad de Israel llegaron a la conclusión de que los asentamientos representan una amenaza para la seguridad de los israelíes. Estos asentamientos no son sólo innecesarios para garantizar la defensa del territorio, sino que necesitan de una inversión masiva del ejército para proteger a los colonos y afectan el estatus internacional del país. Fue así como comenzó el proceso de paz y separación entre israelíes y palestinos. Parece increíble que los dos actores que se opusieron a la paz y terminaron por arruinar el proceso, Benjamin Netanyahu con los colonos (incluyendo al ahora ministro Itamar Ben Gvir) y Hamas (que comenzó una ola de atentados bomba después de que se firmaran los acuerdos de Oslo), son los mismos actores que en 2024 se enfrentan en una guerra sin mayores objetivos estratégicos en Gaza.

La mayor parte de los israelíes no ha visitado ni tiene ningún interés especial por los asentamientos judíos en Cisjordania. Es por eso que la derecha ha sido incapaz de legalizar la ocupación. Sin embargo, al mismo tiempo, pocos tienen interés en hacer concesiones a los palestinos, después de décadas de ataques terroristas, misiles y en particular después del 7 de octubre. Es decir, que el miedo y la indiferencia, y no la ideología ni el apoyo al movimiento colono, son los que sostienen el proyecto colono. La decisión del TIJ pone en duda hasta cuándo este estatus podrá sostenerse.