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Guillermo Hurtado

El concepto de pueblo en la Encíclica Fratelli tutti

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado
Por:

El Papa Francisco ha explicado en varias ocasiones su posición ante el populismo y la democracia neoliberal. En la Encíclica Fratelli tutti, dada a conocer hace unos días, el Papa reitera y aclara sus afirmaciones previas. Aquí quisiera examinar brevemente su concepción del pueblo y su crítica del populismo demagógico.

Lo primero que habría que señalar es que Francisco defiende que el pueblo es una realidad, o mejor dicho, que los distintos pueblos que habitan la Tierra son realidades. Esta declaración del Papa coincide con la base de la teología latinoamericana que ha recuperado el valor de este concepto, por ejemplo, en la teología de su maestro Juan Carlos Scannone.

Se equivocan los liberales extremos que afirman que el pueblo es una mera abstracción. “Ser parte de un pueblo es formar parte de una identidad común, hecha de lazos sociales y culturales.” (§158). La sociedad no es la suma de los individuos, es una entidad orgánica compuesta por los individuos, sus relaciones y sus agregados. Sin embargo, hay que evitar tener una idea mítica del pueblo como si fuera la fuente de todo lo bueno, un sujeto puro e infalible, un cuerpo angelical.

Francisco nos advierte del riesgo de polarizar la discusión entre populistas y no populistas. Hay que escapar de ese maniqueísmo infranqueable (§156). Bergoglio conoce muy bien los efectos de lo que en Argentina se conoce como “la grieta”

Para que la democracia no se “atrofie”, no se reduzca a un “nominalismo” o a una “formalidad” (§169) es preciso que se recuerde que la democracia es el gobierno del pueblo. Por eso mismo, no hay que ver con malos ojos a los movimientos populares, que se salen de los parámetros de la política oficial, para dar voz a los desposeídos y extender el campo de la política. Su fuerza expresiva y creativa merece que se les califique como “poetas sociales” (§169).

Dicho lo anterior, Francisco nos advierte del riesgo de polarizar la discusión entre populistas y no populistas. Hay que escapar de ese maniqueísmo infranqueable (§156). Bergoglio conoce muy bien los efectos de lo que en Argentina se conoce como “la grieta”.

El Papa Francisco saluda a los feligreses, el pasado 4 de octubre.Foto: Reuters

El Papa distingue el populismo positivo del negativo. Francisco ofrece cuatro críticas de este último. La primera es que se vuelve insano “cuando se convierte en la habilidad de alguien para cautivar en orden a instrumentalizar políticamente la cultura del pueblo, con cualquier signo ideológico, al servicio de su proyecto personal y de su perpetuación en el poder.” (§159). La segunda es que el líder a veces “busca sumar popularidad exacerbando las inclinaciones más bajas y egoístas de algunos sectores de la población. Esto se agrava cuando se convierte, con formas groseras o sutiles, en un avasallamiento de las instituciones y de la legalidad.” (§159). La tercera es el inmediatismo, que “responde a exigencias populares en orden a garantizarse votos o aprobación, pero sin avanzar en una tarea ardua y constante que genere a las personas los recursos para su propio desarrollo, para que puedan sostener su vida con su esfuerzo y su creatividad” (§161). La cuarta es que los “grupos populistas cerrados desfiguran la palabra “pueblo”, puesto que en realidad no hablan de un verdadero pueblo. En efecto, la categoría de “pueblo” es abierta. Un pueblo vivo, dinámico y con futuro es el que está abierto permanentemente a nuevas síntesis incorporando al diferente. No lo hace negándose a sí mismo, pero sí con la disposición a ser movilizado, cuestionado, ampliado, enriquecido por otros, y de ese modo puede evolucionar.” (§160). Esta idea de un pueblo abierto es clave para entender la Encíclica. A diferencia del marxismo, que divide a la sociedad en clases sociales en una lucha permanente y del populismo agonista que divide a la sociedad en el “pueblo” y el “anti-pueblo”, el Papa nos convoca a unirnos en nuestras diferencias, a cultivar la fraternidad, a trabajar juntos para construir una mejor sociedad. No es otro el ideal de la doctrina social de la Iglesia. Lo que distingue a Fratelli tutti es que está escrita desde una perspectiva más cercana al tercer mundo y, en particular, a América Latina.

Lo primero que habría que señalar es que Francisco defiende que el pueblo es una realidad, o mejor dicho, que los distintos pueblos que habitan la Tierra son realidades. Esta declaración del Papa coincide con la base de la teología latinoamericana que ha recuperado el valor de este concepto, por ejemplo, en la teología de su maestro Juan Carlos Scannone

En resumen: Francisco rechaza dos extremos de la política: la democracia neoliberal individualista y el populismo demagógico y cerrado. Lo que el Papa nos invita a construir es una genuina democracia popular que vaya más allá de las dicotomías simplificadoras que dominan el discurso político contemporáneo. El reto es mayúsculo: pensar en todos los seres humanos como si fueran nuestros hermanos.