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¿Cómo leer a Zea hoy?

TEATRO DE SOMBRAS

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Hace veinte años, el 8 de junio de 2004, murió Leopoldo Zea. ¿Qué podemos decir hoy de quien fue considerado, en su momento, el filósofo mexicano de mayor proyección internacional?

Me temo que Zea fue una víctima de su propio éxito. Sus logros fueron gigantescos. Inventó una disciplina académica: el latinoamericanismo. Reunió en torno suyo a cientos de investigadores de todo el mundo que se organizaron para estudiar las diversas facetas de América Latina. Fundó en la UNAM el Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos (CCyDEL). La torre construida por Zea fue creciendo, pero cuando él murió sus colaboradores no supieron qué hacer con esa estructura tan grande. Fue así que el CCyDEL cambió de nombre, como si buscara salir de la órbita de Zea. Ahora se llama Centro de investigación sobre América Latina (CIALC).

No quiero ser injusto. Quizá ese cambio era necesario. Quizá ya no tenía sentido seguir hablando del latinoamericanismo a principios del siglo XXI. Es más, podría decirse que esa corriente fue un fruto de la Guerra Fría y por eso era inevitable que entrara en crisis después de la caída del Muro de Berlín. Lo que me inquieta y mucho es que esa disciplina que surgió en América Latina haya sido sustituida por otro tipo de estudios académicos sobre la región que se promueve desde las universidades estadounidenses y europeas. Un estudiante mexicano que hoy quisiera escribir una tesis de doctorado sobre estos temas, seguramente se verá compelido a adoptar una posición teórica conocida como poscolonial y cite entonces a autores pakistaníes o hindúes, o tenga que adoptar la llamada epistemología del sur, promovida por un oportunista académico portugués. Por ahí va la moda desde hace un rato. Lo que preocupa es que una corriente académico-política que habíamos logrado desarrollar en México se haya perdido y haya sido reemplazado por otro que tiene su foco en los países del norte. Dicho de otra manera, ahora, al sur global lo estudiamos, desde el sur global, con herramientas teóricas que importamos desde el norte. Parece un mal chiste sobre el colmo del colonialismo.

El rico pensamiento de Zea ha quedado encerrado en el ataúd del latinoamericanismo. Ha llegado la hora de exhumarlo, de revivirlo, de regenerarlo.

Nuestro reto es hacer una recuperación post-latinoamericanista de la figura y del pensamiento de Zea. Y si se quiere —por si todavía hay quienes se sientan inquietos por el tema— que también que sea una recuperación post-priísta. Es momento de repensar a fondo, con otras categorías, desde otras perspectivas, el rico pensamiento de Zea para darle continuidad a una de las corrientes más poderosas de la cultura latinoamericana. Para lograr esta tarea tendremos que desprendernos de muchos prejuicios, pensar con generosidad, exprimir la imaginación.

Una recuperación integral de Zea requiere, entre otras cosas, que seamos capaces llevar a cabo un proyecto ambicioso que ya no puede esperar más: las Obras completas de Zea. En ese esfuerzo tendrán que participar especialistas de todo el mundo para que podamos tener una lectura integral y novedosa de Zea. Dentro de esas Obras completas no podría faltar, por supuesto, su gigantesca obra periodística, compuesta por alrededor de tres mil artículos. La historia intelectual y política de México de más de medio siglo se puede leer a través de esos artículos que Zea publicó, de una manera puntual y disciplinada, en periódicos nacionales. Mientras no recopilemos la obra periodística de Zea nos faltará tener acceso a una parte muy importante de su pensamiento y no entenderemos plenamente la influencia que tuvo en la cultura mexicana, en particular en la cultura política de su tiempo. Por fortuna existe en el CIALC un repositorio de la obra de Leopoldo Zea que no sólo resguarda toda su extensa obra publicada y todo lo que se ha escrito sobre ella (libros, artículos, tesis) por otros autores, sino que muy pronto recibirá el archivo personal del filósofo mexicano, lo que permitirá que los estudiosos de su obra cuenten con materiales inéditos para sus estudios.

En resumen: es indispensable recuperar la figura y la obra de Leopoldo Zea. De fallar en esta tarea, fallaremos en cualquier intento de comprender al México de la segunda mitad del siglo XX.