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Guillermo Hurtado

La muerte de Jesucristo

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

En los libros de historia de las ideas de los siglos XIX y XX se habla del fenómeno de la muerte de Dios, es decir, del desvanecimiento de la idea de Dios en la conciencia moderna. Uno de los principales promotores de esta corriente filosófica, Friedrich Nietzsche, decía que Dios había muerto porque los propios seres humanos lo habían matado. Lo que quiso decir Nietzsche es que, en nuestro mundo secularizado, la idea de Dios cada vez tiene menos peso en la cultura y, sobre todo, en la existencia de las personas. Más que un ateísmo militante, vociferante, lo que se ha experimentado, incluso entre los que se conciben a sí mismos como creyentes, es un creciente ateísmo pasivo, silencioso.  

Para los cristianos, la idea de la muerte de Dios y, más aún, de la muerte de Dios a manos de los seres humanos, no tiene nada de extraordinario. Un fundamento de nuestra fe es que Jesucristo, hijo de Dios y el mismo Dios, en tanto que una de las personas de la santísima trinidad, murió de verdad, no de manera metafórica, como propone Nietzsche. Los cristianos no creen que al descender de la cruz Jesucristo estaba dormido o inconsciente o en estado de coma, sino que estaba muerto, totalmente muerto, tan muerto como cualquier otro. Por eso mismo, su resurrección es tan significativa, porque es el símbolo vivo del triunfo de la vida sobre la muerte. El apóstol Pablo lo dijo con absoluta claridad hace dos milenios: si la resurrección de Jesucristo es falsa, el cristianismo es vano.  

Para los cristianos, la idea de la muerte de Dios y, más aún, de la muerte de Dios a manos de los seres humanos, no tiene nada de extraordinario. Un fundamento de nuestra fe es que Jesucristo, hijo de Dios y el mismo Dios, en tanto que una de las personas de la santísima trinidad, murió de verdad, no de manera metafórica, como propone Nietzsche

 Los sucesos de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo siguen ofreciendo un reto gigantesco para la inteligencia humana y por eso se les conoce como el misterio pascual. No tiene nada de raro que cualquier ser humano muera. Lo que resulta un absoluto misterio es que muera un ser con naturaleza divina, hijo de Dios y una de las tres personas de Dios. Esta idea ha resultado escandalosa para muchas personas a lo largo de la historia y lo sigue siendo para los judíos o los musulmanes que adoran al mismo Dios que los cristianos. Para los judíos y los musulmanes, Dios no puede morir y si no puede morir pues tampoco puede resucitar. Lo que ellos afirman es que Jesús de Nazaret fue un ser mortal, como cualquiera de nosotros. En el cristianismo primitivo también hubo corrientes que negaron la divinidad de Cristo, pero aun así aceptaron que Dios lo levantó de entre los muertos.  

Jesús parte en pan, durante la representación de este año de la cena del Jueves Santo, en Iztapalapa.Foto: Cuartoscuro

 Hay innumerables imágenes pictóricas de la muerte de Cristo en la cruz. Pero hay relativamente pocas representaciones de lo que sucedió el sábado de Pascua, cuando el cuerpo inanimado de Jesucristo reposó dentro del sepulcro envuelto en una mortaja. Lo que aconteció durante ese día sábado, de acuerdo con el credo católico, tuvo lugar por fuera de la tumba en una dimensión de la realidad a lo que nosotros los vivos no tenemos acceso. Jesucristo descendió a la morada de los muertos para encontrarse con los que había fallecido antes de su crucifixión. Lo que se acepta es que Jesucristo bajó al infierno para darle a los muertos la noticia de la salvación y rescatar a los justos que se encontraban ahí. Hay relativamente pocas representaciones pictóricas de este suceso misterioso y casi todas son muy antiguas. En algunas de ellas, Jesucristo pisa la puerta derribada del infierno para acercarse a los difuntos que lo reciben sorprendidos y agradecidos. En otras imágenes, Jesucristo toma de la mano a alguno de ellos como si se lo fuera a llevar consigo. Podemos suponer que ese sábado fue día de fiesta en el infierno. 

Jesucristo descendió a la morada de los muertos para encontrarse con los que había fallecido antes de su crucifixión. Lo que se acepta es que Jesucristo bajó al infierno para darle a los muertos la noticia de la salvación y rescatar a los justos que se encontraban ahí. Hay relativamente pocas representaciones pictóricas de este suceso misterioso y casi todas son muy antiguas

 El sábado de cuaresma es un día de luto ritual para los cristianos, pero de un luto especial, porque ya sabemos que la muerte no vence, que la resurrección vendrá. Ese mismo luto es el que deberíamos guardar cuando mueren nuestros seres queridos. La esperanza del cristianismo es que, aunque estén muertos, volverán a la vida en el día del juicio. Jesucristo resucitó al tercer día de su fallecimiento. En el caso de nuestros seres queridos la espera quizá sea un poco más larga, pero sucederá de acuerdo con lo prometido.