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Horacio Vives Segl

Día internacional contra la homofobia

ENTRE COLEGAS

Horacio Vives Segl
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Hoy se conmemora el Día internacional contra la homofobia, la bifobia y la transfobia.

La fecha se estableció en ocasión de que, hace 33 años, el 17 de mayo de 1990, la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó del listado de las enfermedades mentales a la homosexualidad. Hoy suena francamente ofensivo que, hasta hace tan poco tiempo, cualquier orientación distinta de la heterosexual fuera calificada como enfermedad o “desviación”. Afortunadamente, hay una gran diferencia respecto a la realidad actual en la mayoría de los países del hemisferio occidental, donde hay que reconocer importantes avances y cambios, aunque es también evidente que quedan importantísimos y urgentes rezagos por atender en la defensa de los derechos de la comunidad LGBT+, particularmente en África y Asia.

Así inicia toda una temporada, desde hoy y hasta finales de junio, orientada a la visibilización de la comunidad LGBT+, expresada en forma de “orgullo”. Un gran ciclo de eventos, conferencias, festivales y marchas que empiezan ya. En esa lógica, por cierto, se inserta el espectáculo no deportivo más influyente en Europa, el festival de la canción Eurovisión, que se celebra anualmente por estas fechas, y que ha sido, por décadas, sumamente influyente en la difusión de la diversidad sexual en el viejo continente y culturas aledañas.

Gobiernos, empresas, organizaciones e instituciones de muy diversa índole suelen adoptar mensajes gay friendly en esta temporada. Ciertamente, no van muy erradas las críticas respecto al oportunismo comercial, cual temporada navideña, o que sólo sea un “lavado de cara” para no atender políticas y compromisos de fondo y generar los cambios necesarios en la dirección correcta; pero siempre será mejor utilizarlos como herramienta, al menos, durante una parte del año, para magnificar la visibilidad de la bandera del arco iris y de todas las derivaciones que integran y enriquecen el amplio mosaico que conforma la diversidad LGBT+.

Respecto al enorme rezago en la conquista de derechos, en México y en el mundo entero, debemos recordar que toda agenda de derechos humanos tiene, por definición, un carácter progresivo. Lo más importante que hay que entender es que el avance en la protección de los derechos de las personas LGBT+ es, hoy por hoy, uno de los mejores indicadores para medir la inclusión, el acceso a oportunidades y la aceptación de la diversidad en una sociedad. Como en ningún otro grupo minoritario, desafortunadamente, los primeros ataques a la población LGBT+ pueden y suelen venir desde la propia familia. Y, de ahí en adelante, pueden enfrentarse distintos estigmas y violencias, que es necesario erradicar por completo.

En la misma lógica, también resulta fundamental hacer una pedagogía en la que quede absolutamente claro que el reconocimiento de los derechos para la población LGBT+ no afecta en nada, absolutamente en nada, a ningún otro grupo social.

Ante la polarización política y social que vivimos, los discursos de odio suelen emerger a la menor circunstancia. Por ello, es más necesaria que nunca una mayor protección para las personas y organizaciones defensoras de derechos de la población LGBT+; el establecimiento de redes de apoyo para amparar a los grupos integrantes de ese colectivo; el diseño y puesta en marcha de políticas públicas adecuadas, eficaces y bien fondeadas, para su protección; la lucha por la erradicación de conductas culturales como el machismo y otras intolerancias; y que, desde los primeros ámbitos fuera del entorno familiar, es decir, las escuelas, se generalicen buenas prácticas de inclusión y respeto para la niñez y la juventud, integrantes de la diversidad. Lamentablemente, todo esto, como muchos otros temas importantes, no entran en las prioridades del gobierno actual en nuestro país.