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Horacio Vives Segl

Maquiavelo para principiantes en el caso Wagner

ENTRE COLEGAS

Horacio Vives Segl
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Hace unos días el mundo presenció con sorpresa, incredulidad y cierta zozobra —combinadas, en muchos casos (especialmente en Occidente) con algo de entusiasmo desmedido y, al final, desilusión—, cómo un grupo de mercenarios rusos denominados Wagner, liderados por Yevgeny Prigozhin, se amotinaba contra la cúpula militar de su país y emprendía rumbo a Moscú —.

Lo que se interpretó rápidamente como una intentona de derrocar a Vladimir Putin—; y cómo, en pocas horas, el episodio concluía gracias a la muy peculiar intervención del otro tirano del vecindario, el dictador bielorruso Alexander Lukashenko. La columna de Wagner, con 25 mil efectivos, que tenía la misión estratégica de contener la frontera sureste con Ucrania ante la ofensiva del ejército leal al presidente Volodimir Zelenski “se le volteó” a Putin, lo que representó la afrenta armada más significativa que el autócrata ruso ha tenido que sortear en su territorio en sus más de dos décadas en el Kremlin.

La relación de Prigozhin con Putin, de larga data, era hasta hace unos días de beneficio mutuo. Se conoce que Wagner había defendido intereses rusos en Siria, en países de África y, por supuesto, en la invasión e ilegal anexión de Crimea en 2014. Esa red de connivencia le había permitido erigir a Prigozhin el que tal vez sea el grupo armado privado más relevante en el mundo en lo que va de este siglo.

Hace 500 años, Nicolás Maquiavelo, en ese gran clásico que es El Príncipe, documentó lo que se puede esperar de las tropas mercenarias y de quienes las comandan. Sus lecciones no tienen desperdicio a propósito del sainete de Wagner. Si bien es rotundamente cierto que Putin cuenta con un ejército propio, leal, lo que ha quedado en evidencia es que claramente ha sido insuficiente para la agenda militar que ha desplegado, por lo que ha requerido del apoyo de tropas “auxiliares”, entiéndase mercenarias. Sentencia Maquiavelo que un príncipe —en el mundo contemporáneo, un jefe de Estado— debe tener extremo cuidado con las tropas mercenarias, porque son “inútiles y peligrosas”, de manera que “el príncipe cuyo gobierno descanse en soldados mercenarios no estará nunca seguro ni tranquilo, porque están desunidos, porque son ambiciosos, desleales, valientes entre los amigos, pero cobardes cuando se encuentran frente a los enemigos […], no tienen otro amor ni otro motivo que los lleve a la batalla que la paga del príncipe, la cual, por otra parte, no es suficiente para que deseen morir por él”.

Y si lo anterior describe al grupo Wagner, lo que respecta a su líder no es menos contundente. Dice Maquiavelo: “Los capitanes mercenarios, o son hombres de mérito, o no lo son…” y de cualquier manera no se puede confiar en ellos “…si lo son, porque aspirarán siempre a forjar su propia grandeza, ya tratando de someter al príncipe su señor, ya tratando de oprimir a otros al margen de los designios del príncipe; y mucho menos si no son, pues con toda seguridad llevarán al príncipe a la ruina”. Una radiografía de cuerpo entero de Prigozhin.

El episodio muestra, una vez más, la falta de cálculo por parte de Putin, quien, a 16 meses de haberla iniciado, no encuentra la manera de terminar una guerra que había prometido ganar en 10 días.