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Los Beatles regios

ENFOQUE MANUAL

Laura Garza
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Nombres como Gilberto o Alex están en la memoria de cualquier regio, y hoy se agrega Alberto. Todos ellos han sobrepasado los niveles de agua y la capacidad de cualquier gobierno para prepararse ante afectaciones climáticas como estas.

Alberto ni siquiera terminó por convertirse en huracán, siendo una tormenta que en realidad afectaría mucho más a Tamaulipas, prefirió dejar huella en tierras regias.

Las lluvias comenzaron el miércoles a mediodía como estaban programadas. Nuevo León es un estado que conoce bien sus fortalezas, pero aún más, sus debilidades, como el Río Santa Catarina y distintos riachuelos alrededor.

Poco menos de 24 horas después de las primeras lluvias, el estado ha colapsado. Las principales avenidas como Constitución y Morones Prieto están cerradas, y algunos carriles se han desquebrajado, igualito como con el Alex, pero lo que resulta sorprendentes es que a más de 10 años después vuelve a pasar.

Las imágenes que circulan en redes sociales y en los medios de comunicación tienen dos lecturas, podríamos verlas de manera positiva porque ese nivel de agua ya era necesario para un nuevo verano con temperaturas de más de 40 grados y la falta del vital líquido; pero en su contraparte los daños en el interior de casas, avenidas llenas da vado, socavones y carriles desquebrajados que impedirán la movilidad a miles de regios a partir del lunes que inicie la semana de manera cotidiana.

En este tipo de afectaciones climáticas es muy complicado salir a hacer foto, pero quienes tienen toda la experiencia saben los momentos cruciales para hacerlo. Tal es el caso del fotoperiodista Daniel Becerril quien trabaja para la agencia internacional Reuters y estuvo en el momento perfecto en donde cuatro trabajadores del gobierno cruzan uno de los túneles a desnivel para tratar de destapar coladeras en el área.

Afectaciones por lluvias de la tormenta Alberto, en Monterrey, ayer.Foto: Reuters / Daniel Becerril

No son miembros de Protección Civil, no tienen cuerpos preparados para situaciones de emergencia, ni siquiera lucen con la seguridad y certeza de saber qué harán.

El segundo en la fila camina tomando la manguera del primero que pareciera ser el único en saber el rumbo, mientras que el tercero no luce nada contento con su labor y pareciera que es llevado en contra de su voluntad, y los últimos dos lucen más distraídos observando el nivel del agua, pero sin soltarse de la manguera roja por debajo del agua.

Con todo y con una crítica ante el gobierno y el riesgo en el que colocan a este tipo de personal en situaciones de peligro sin ningún tipo de preparación o protección, hay una sensación de belleza visual.

Una composición perfectamente iluminada, en donde la uniformidad de los colores juega todo en una escena de riesgo.

El trabajo de quienes nunca consideramos a la hora de estar refugiados en nuestras casas ante lluvias tan poderosas como estas.

La humanidad obligada a actuar de forma uniformada, con rostros poco convencidos y miradas de temor.

Una de las avenidas principales de la ciudad de Monterrey que deja pasar a miles de autos diariamente, luce en solitario con el pavimento perfectamente húmedo creando la escena perfecta.

Cinco trabajadores cruzando el asfalto desconocido, a ciegas de coladeras, socavones o cualquier objeto que podría estar al fondo, pero al fin, como los Beatles: juntos.

Van uno tras otro de manera independiente con sus miradas distintas, con sus diferentes cuerpos mostrando su mayor o menor fuerza, pero siendo parte de la historia del tal Alberto.

Los Beatles caminaban por su propia historia en Londres con su éxito a cuestas, mientras que los regios caminan en una historia más de Nuevo León que se inunda, que se sobreestima y que no se prepara debidamente para recibir una vez más, esta cantidad de agua.

Pero por suerte los tenemos a ellos, así como los ingleses a los Beatles, nosotros tenemos mujeres y hombres valientes que salen al rescate cuando todos nos escondemos bajo techo.

Gracias.