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Leonardo Martínez Carrizales

Quemar una piñata

LA MARGINALIA

Leonardo Martínez Carrizales
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

La concentración del 18 de marzo en el Zócalo fue la culminación de la trayectoria del Presidente López Obrador, a la cabeza de un largo y complejo movimiento social, que sus opositores nunca supieron descifrar para hacerle frente y, así, enriquecer la vida democrática del país. La huella mediática que dejó ese acontecimiento, vinculado estratégicamente al dominio soberano del Estado nacional, sobre los recursos energéticos, tuvo como ridículo afán la incineración de una piñata.

Menos baladí fue el empeño de algunos en las artes adivinatorias del futuro electoral. Quienes atisban los presagios del porvenir, al menos reconocen en el discurso del Presidente la dimensión de una compleja pieza oratoria; pero en ésta hay algo más que indicaciones sobre candidaturas. Allí se contiene una teoría social del Estado y una tesis doctrinal sobre la historia política moderna.

En la apoteosis de su prolongada marcha por la vida pública, el primer mandatario develó el espejo en cuya superficie se contempla: el de un movimiento de masas organizado por Lázaro Cárdenas, fundación de un Estado que fue garantía de integración y provisión sociales; es decir, protección de la comunidad política frente al lucro desenfrenado y, simultáneamente, plataforma de desarrollo material afincado en el dominio de los bienes del suelo y el subsuelo.

Un modelo de Estado de Bienestar que radicalizó los principios sentados a ese respecto por Alemania y el Reino Unido. Un Estado que asume responsabilidades sociales ante la comunidad política insatisfechas por la esfera jurídica de los derechos civiles y políticos. Un tipo de Estado al que, por ejemplo, no quieren renunciar los franceses en sus actuales movilizaciones callejeras.

La invocación de Francisco J. Múgica en el discurso del presidente surge referida a la decisión dramática de reservar al Estado el control del petróleo, cumpliendo el mandato del artículo 27 constitucional. Resolución que sólo fue posible, según el relato presidencial, luego de la organización de los sectores campesino y obrero, movilizados en favor de las políticas públicas de un Estado popular y nacional que se proponía rectificar las insuficiencias de la tradición liberal. Esta cultura política no excluye el conflicto social, propia de las artes de la movilización de masas. Quien la desafíe en ese terreno, sin comprenderla, no tiene oportunidad de vencerla.

Múgica es el símbolo de este tipo de orden social, no sólo como fallido aspirante a la primera magistratura, sino sobre todo titular de secretarías de Estado estratégicas, en el ejercicio de las políticas públicas de la nación moderna, e ideólogo de una teoría del Estado y el desarrollo material que se atreve a decir su nombre.

La civilización política de Occidente tiene en este tipo de Estado una marca de modernidad, por más que el globalismo neoliberal haya procurado su ocultamiento. Ésta es la base estructural de la continuidad proclamada por el presidente, que será conflictiva si los opositores persisten en sólo contemplar una piñata que arde.