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La carrera espacial despega

EL ESPEJO

Leonardo Núñez González
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

La carrera espacial ha entrado en una nueva fase que parece salida de una novela de ciencia ficción, con avances que no sólo prometen la exploración, sino también la colonización y obtención de recursos como un objetivo real.

El último golpe de mesa dado ayer por SpaceX, al capturar el cohete más grande que se ha construido con una precisión sorprendente, no sólo es un avance tecnológico importante, sino una pieza clave en los planes de reutilización rápida que busca abaratar y agilizar los lanzamientos.

Sin embargo, la carrera no está limitada a SpaceX. A diferencia de lo que sucedió en la Guerra Fría, donde dos Estados compitieron mano a mano, actualmente hay miles de actores privados y públicos participando. La NASA ha seleccionado a empresas privadas como Blue Origin y Dynetics como parte de su programa Artemisa, que tiene como objetivo volver a llevar humanos a la Luna para 2025. SpaceX, en particular, fue elegida para desarrollar el módulo lunar que llevará astronautas a la superficie de la Luna, en lo que sería el primer alunizaje humano desde 1972.

El objetivo no es llegar de visita, sino quedarse por varios meses y comenzar la construcción de una base lunar, aprovechando el agua que se ha encontrado, para crear combustible que permita viajes más baratos y sencillos desde ahí. Y la NASA tendrá compañía, pues en el último año, ha habido un aumento considerable en las misiones privadas a la Luna. En 2023, la empresa japonesa Ispace lanzó su misión HAKUTO-R, aunque no logró un aterrizaje exitoso. Asimismo, en agosto de 2023, la misión Chandrayaan-3 de la India fue un éxito rotundo, logrando el primer aterrizaje en el polo sur lunar. Otras empresas estadounidenses como Astrobotic e Intuitive Machines también planean lanzar misiones robóticas para explorar la superficie lunar y establecer la infraestructura necesaria para futuras colonias humanas. Europa también ha incrementado su participación en la exploración espacial. La Agencia Espacial Europea (ESA) ha colaborado con la NASA en varias misiones, como la ExoMars, que tiene como objetivo explorar la vida en Marte.

En los últimos años, China ha emergido como un actor clave en el ámbito espacial. En 2021, su misión Tianwen-1 logró aterrizar en Marte, convirtiendo a China en el tercer país en conseguirlo, después de Estados Unidos y la Unión Soviética. En 2022, completaron la construcción de la estación espacial Tiangong, una plataforma orbital que busca competir con la Estación Espacial Internacional (ISS) y que marca una expansión significativa de la influencia china en el espacio. El gobierno chino ha anunciado que su objetivo es enviar astronautas a la Luna para 2030, lo que reflejaría una clara intención de competir en la nueva fase de la exploración lunar.

En conjunto, estos avances muestran que estamos ante una nueva etapa en la carrera espacial, en la que ya no se trata sólo de ganar prestigio geopolítico, sino de establecer una infraestructura permanente en el espacio. La competencia actual refleja una convergencia entre ambiciones políticas, desarrollo económico y los sueños de exploración humana que antes parecían imposibles. La pregunta que queda es si la humanidad será capaz de colaborar lo suficiente para que esta expansión espacial sea sostenible y pacífica, o si veremos una nueva disputa de poder por la hegemonía fuera de la Tierra.