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Desde el otro lado

FRONTERA DE PALABRAS

Mauricio Leyva
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Toda frontera tiene que ver con la inseguridad y con la necesidad de la seguridad

Carlos Magris

Una frontera puede ser esa división que marca el territorio entre “uno” y el “otro”, esa distancia que solemos poner ante los demás para adentrarnos en el yo, para encontrarnos. Carlos Magris, en su obra Desde el otro lado. Consideraciones Fronterizas, define esta línea personal de la siguiente manera:

“La frontera es una necesidad, porque sin ella no hay forma, no hay individualidad y no hay siquiera una existencia real, porque ésta queda absorbida en lo informe y lo indistinto. La frontera conforma una realidad, proporciona contornos y rasgos, construye la individualidad, personal y colectiva, existencial y cultural. Frontera es forma y es por consiguiente también arte.

Pero ese arte al que se refiere Magris necesita espacios y tiempos, ritmos y exploraciones y se finca en la solitaria labor de la creación solitaria en donde fragua la identidad, de la cual refiere en su obra que el mejor modo para liberarse de la obsesión de identidad es aceptarla en su siempre precaria aproximación y vivirla espontáneamente, o sea, olvidándose de ella; de la misma forma que se vive sin pensar continuamente en el propio sexo, en el propio estado civil o la propia familia, es también mejor vivir sin pensar demasiado en la vida. Con tal de ser conscientes de su relatividad es oportuno aceptar nuestras fronteras, como se aceptan las de la vivienda de uno. Vividas de esa forma, con simplicidad y afecto se convierten en una potenciación de la persona.

Y ¿no es acaso la identidad lo que se resguarda detrás de la frontera?, la línea que escriben los autores es igualmente una separación entre lo que hay “aquí” o lo que hay “fuera de aquí.” Si cualquier universo es un punto y aparte y crea además sus propios mundos, ¿no son estos mundos demarcados por la línea fronteriza que los ubica en su lugar propio? Un lugar que es trascendente mencionar se abre campo en medio de los propios sistemas estructuralistas de los poderes que controlan la economía global, eurocéntricos fanáticos que no reconocen la diversidad de los “otros” y menos su riqueza; prácticamente los mismos que colocan muros y murallas para separar a los hombres y alimentar su discurso colonizador. No obstante, la literatura nos enseña el límite y a traspasarlo como lo afirma Carlos Magris:

“Todo escritor, lo sepa y lo quiera o no, es un hombre de fronteras, se mueve a lo largo de ella; deshace, niega y propone valores y significados, articula y desarticula el sentido del mundo con un movimiento sin tregua que es un continuo deslizamiento de fronteras”.

En esos deslizamientos el escritor, el artista, se moldea y se libera. En ese espacio fronterizo cuyas barricadas rompe con su rebeldía creativa, reivindica todas sus luchas, su identidad y la potencia de su voz. Detrás de esa línea está su patria en donde se sabe soberano de sí mismo y se sabe el dueño absoluto de sus palabras y de sus silencios. En esas fronteras, en esa concepción de los que resguardan las fronteras, hay un mundo simbólico de un sistema que se transforma y se recrea para reivindicación del ser mismo, de sus complejidades y de sus paradojas. Detrás de esas fronteras existe un campo de batalla en donde la identidad lucha por mantener a raya a los invasores de su libertad creativa. Esas fronteras reciben migraciones emociones y sentimientos que nos atraen a conocer esta obra audaz de Carlos Magris.