Mauricio Leyva
Shame: deseos culpables o sin reservas
FRONTERA DE PALABRAS
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
No somos malos, venimos de un lugar malo.
Shame
Shame es un drama con elevado contenido erótico de muchas e interesantes lecturas que reflejan los problemas sustanciales del mundo contemporáneo. Es una película británica dirigida por Steve McQueen estrenada a finales de 2011 en Europa y Estados Unidos y el 16 de marzo de 2012 en México. El guion fue escrito por el mismo director y Abi Morgan, obtuvo varias nominaciones y premios, aparentemente, el argumento de la historia consiste en que Brandon (Michael Fassbender) hombre de Nueva York adicto al sexo cuya hermana Sissy (Carey Mulligan), confrontada consigo misma, recurre a él de manera sorpresiva detonando varios conflictos, al tiempo que él trata de comprometerse seriamente con una compañera de trabajo.
Sin embargo, en Shame la gente que se levanta a diario cree que viaja sola, desciende a la Tierra, entra a los vagones del metro y se hunde en un inmenso mar de multitudes solitarias. En Brandon la adicción al sexo es la representación en decadencia del mundo que se pierde en la satisfacción efímera y en falsos triunfos personales, los cuales lo ahogan cada vez más en su vacío personal. Por otro lado, tenemos a su hermana Sissy, un ser hermoso igual que él, solitaria, herida, necesitada de una realidad que la reanime y la salve de ese cuerpo con cicatrices de intentos de suicidio, signos de culpabilidad y trasgresión.
Entre Brandon y Sissy existe un conflicto oscuro marcado por el rechazo y las huellas de dolor en los personajes que aparentan no carecer de nada, pero están repletos de miedos, de inseguridades, de trastornos, de adicciones y de crisis: en gran medida son la metáfora de la sociedad moderna que va construyendo vacíos en los seres humanos y sólo en el sexo, parecen encontrar la reivindicación de la vida y de la sensación del poder. Estos universos “sexo” y “poder” giran en torno a Brandon y Sissy, son los componentes que mayormente influyen en éstos. Si entre el sexo y el poder impera la relación del dominante, es decir, del que pretende dominar al otro; en el de la vergüenza pública permanece la exposición de las debilidades, los vicios y las pasiones humanas.
Por estas razones cuando Brandon se halla descubierto en su oficina y afrentado por su jefe entra en un conflicto serio. Estos elementos en su momento merecieron los comentarios de Todd McCarthy en The Hollywood Reporter al respecto: Guiada por una interpretación feroz y brillante de Michael Fassbender, Shame es un auténtico paseo por el lado oscuro. De la misma manera redactó Roger Ebert del Chicago Sun Times: Shame contiene la verdad sin pestañear. Éste es un gran acto de filmación y de actuación.
Al final de la película varias reflexiones quedan en el aire, las frases célebres resuenan en la memoria: Ahora, algún estúpido aspira todas las especias de la alacena y lo postea en YouTube. Y después está de moda en las escuelas del mundo. Al final su cinismo se convierte en admiración.
No obstante, el sujeto realmente permanece subordinado al discurso anestesiante del poder que a la vez nos influye, nos invade, nos manipula, nos quiebra y nos invita a cuestionarnos la naturaleza del hombre, su rebeldía acaparada y la revolución misma, aunque el campo de batalla esté dentro del ser y el ejército contrario sean nuestros demonios interiores, en una sociedad en donde la estética del vacío resulta engañosa con su mundo frívolo, hermoso y efímero.