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Mauricio Leyva

La ventana siniestra

FRONTERA DE PALABRAS

Mauricio Leyva
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

La honradez es un asunto anterior a la invención del dinero...

Raymond Chandler

La sociedad es una madre que, la mayoría de las veces, disfruta devorando a sus cachorros. Por ello es insensata, fría y goza cuando convierte a los hombres en sus marionetas. La ventana siniestra del maestro Raymond Chandler, es una interpretación de esa sociedad la cual resulta ser todo, menos cursi y ridícula.

Construida como uno de sus mejores personajes, la sociedad es el camuflaje de Philip Marlowe un antihéroe de la ciudad salvaje que lo ocupa como sparring y lo acompaña en una serie de derrotas e histeria. Macho cínico, bohemio, oscuro y toscamente sentimental, Marlowe es como un boxeador de barrio bajo, no se cansa de golpear y de ser golpeado. Estereotipo de sus narraciones, este interesante detective es quien en primera persona narra el comienzo de La ventana siniestra, con un estilo personal que desde el inicio resulta seductor:

Todo lo que sabía respecto a esa gente era que se trataba de una tal señora Elizabeth Bright Murdock y su familia, y que ella quería contratar a un detective privado, eficaz y limpio, que no dejase caer cenizas de cigarrillo en el piso y que nunca llevase más de una pistola. También sabía que aquélla era la viuda de un viejo chivo con bigotes llamado Jasper Murdock, que había ganado una fortuna ayudando a la comunidad, y cuya fotografía aparecía siempre en el diario de Pasadena en el día de su aniversario, con las fechas de su nacimiento y muerte, y el epígrafe: su vida fue su lucha.

Con este fragmento el lector percibe la elegancia de su estilo en la revelación del perfil de los personajes, la cual, nos provoca el no soltar la novela y aún más cuando Marlowe se muestra rebelde contra el sistema policiaco, el cual prostituye los ideales responsables de proteger. Contra ese sistema el detective rudo y una frágil anciana se confabulan para hurgar en una trama compuesta de acertijos, asesinatos y chantajes. Personajes como Leslie Murdock y Merle Davis enriquecen la novela:

Leslie Murdock vestía un traje verdoso y su cabello parecía húmedo, como si acabase de tomar una ducha. Se sentó inclinado hacia delante, mirando las punteras de sus zapatos y haciendo girar un anillo en su dedo. No tenía a su larga boquilla negra, y parecía un poco desamparado sin ella. Incluso su bigote parecía más caído que en mi oficina. Merle Davis no había cambiado desde el día anterior. Probablemente siempre estaba igual. Su cabello cobrizo estaba estirado con idéntica fuerza, sus lentes con montura de carey parecían tan grandes y vacíos como antes, los ojos que había atrás resultaban igualmente vagos. Tenía puesto el mismo vestido de hilo con mangas cortas, sin ninguna clase de adorno, ni siquiera aros. Tuve la curiosa sensación de estar viviendo nuevamente algo que ya habia ocurrido.

Su especial entramado hizo de La ventana siniestra una novela de culto y en la edición de Emecé, Raymond Chandler reafirma su maestría en la narrativa policíaca y tensa el arco dramático de su historia hasta el extremo.

El filo de sus hojas asemeja un delgado balcón, en él danzan el suspenso y la intriga y son, sin lugar a dudas, el marco de la ventana siniestra que el propio Chandler abrió para nosotros. Para conocer el final será necesario colarse por ella bajo la advertencia de que Marlowe estará allí de pie, fumando, hosco, duro e imperturbable con una mirada de reojo y una sonrisa de colmillo.