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Montserrat Salomón

Estado de derecho o persecución

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

El día de hoy Donald Trump se presentará en un juzgado federal en Miami para ser imputado por 37 delitos federales que conllevan fuertes condenas de cárcel. Es un hecho inédito para la historia estadounidense, aunque es un escenario bastante común en la biografía del expresidente.

Sin embargo, el aura de impunidad que ha mantenido por décadas parece tambalearse al acumularse los cargos en su contra en un clima político crispado por la cercanía de las elecciones, en las que pretende buscar nuevamente la presidencia. La especulación no para: ¿se está buscando justicia o se trata de intentos desesperados por evitar que Trump contienda una vez más contra Biden por el pase a la Casa Blanca?

Mucho se ha escrito sobre que Biden también se llevó documentos clasificados a su casa; sin embargo, constan los registros de las innumerables veces en las que Trump fue requerido para entregar los documentos sustraídos sin que hubiera respuesta. De hecho, se tiene registro de declaraciones falsas de su gente, que entorpecieron las investigaciones, obligando al FBI a registrar Mar-a-Lago para recuperarlos. Obstrucción a la justicia, retención de documentos de seguridad nacional y violaciones a la ley de espionaje no son cargos menores.

La gravedad del caso llevó al fiscal general a nombrar un fiscal especial independiente para tratar de cortar los rumores de vendetta. Trump es el primer expresidente en la historia de EU en enfrentar cargos criminales. A este escenario, se sumarán seguramente cargos por su intento de manipulación de las elecciones en Georgia y por el asalto al Capitolio, fortaleciendo las dos narrativas existentes: Trump es un pájaro de cuentas que debe terminar en la cárcel y, la segunda, Trump es víctima de una persecución política sin precedentes.

Sabemos que Trump es un personaje que se siente por encima de la ley. Su vida es una seguidilla de delitos que, hasta hoy, habían quedado impunes. Tal vez su incursión en la política haya desatado el poder del Estado en su contra por intereses partidistas, pero con casos fundados en su conducta ilegal. Es un hombre que al ser presidente llegó al colmo de la megalomanía, decretando en varias ocasiones que él era el criterio que definía lo legal y lo ilegal, lo correcto o lo incorrecto. Es un hombre peligroso y corrupto que nunca debió ser presidente.

Lo que es increíble en este caso es la falta de carácter del partido conservador que sigue apoyando a un hombre no sólo inmoral, sino amoral. El fin no justifica los medios. Los republicanos de Trump han perdido la brújula y quieren el poder por el poder mismo. Por eso es su candidato idóneo, porque hace y dice lo que los otros sólo piensan y sueñan. Trump merece la cárcel; y EU, un poco de paz.