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Montserrat Salomón

Desigualdad: la verdadera pandemia

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón
Por:

Europa va entrando a una segunda ola de contagios de Covid-19, mientras que en el Continente americano no se sabe si estamos en una curva descendente interminable o en una ola de datos opacos y contagios disimulados. La realidad es que los muertos siguen acumulándose y la agresividad de las medidas tomadas en Europa nos deja mucho que pensar ante la aparente tranquilidad con la que los gobiernos de los principales focos de infección en América se están tomando las cosas.

Ya hemos mencionado que este virus no es democrático: se ensaña con especial fuerza con las clases vulnerables. Son aquellos con sistemas inmunes debilitados, enfermos y con un limitado acceso a cuidados de salud de calidad los que están pagando el precio en las estadísticas. Es una enfermedad que ataca a ricos y pobres, pero mata más a los pobres.

Se ha dicho hasta el cansancio que tenemos que aprender a vivir con este virus porque las pandemias han llegado para quedarse. Tenemos que cambiar nuestro estilo de vida e incorporar medidas que eviten que tengamos nuevamente este tipo de desgracias. Además, es imperativo que aprendamos a reaccionar adecuadamente entendiendo los fenómenos que esta enfermedad nos ha mostrado.

La editorial de la revista científica The Lancet lo deja claro al decir que es un error centrarnos en medidas para impedir la transmisión del virus. Esto es no entender la profundad del problema y atajarlo de forma ineficiente. Este tipo de enfermedades interactúan con el medio social y ambiental, nutriéndose de la desigualdad. Es la injusticia social la que provoca, en gran medida, las comorbilidades que han demostrado ser letales en combinación con el coronavirus. Si trabajamos en tener una sociedad con acceso a la salud, entendida en sentido amplio y no únicamente biomédico, estaremos más preparados para estos eventos globales.

La salud debe comprenderse en un sentido social. Se trata de tener un medio ambiente cuidado, trabajos que física y emocionalmente cuiden nuestro desarrollo íntegro, una educación de calidad que nos permita tomar mejores decisiones para nuestro cuidado, una cultura que promueva estilos de vida sanos, etc. La salud es un factor transversal a las dependencias de gobierno.

En suma, las muertes por Covid-19 hubieran sido mucho menos si no sufriéramos de la enfermedad de la desigualdad. Si nuestra población, por ejemplo, no sufriera de obesidad y diabetes, enfermedades asociadas a la pobreza alimentaria y a la educación deficiente, no tendríamos una tasa de letalidad tan alta. No podemos controlar a la naturaleza, vendrán más virus como éste. Lo que podemos controlar es la forma en la que construimos nuestras sociedades y nos hacemos fuertes, juntos, ante estas eventualidades.