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Montserrat Salomón

Perú, al borde del abismo

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

La crisis en Perú no cesa y las protestas callejeras ya suman más de veinte muertos en lo que puede ser el momento más caótico de su historia moderna. La noticia del arresto del presidente Pedro Castillo y del nombramiento de Dina Boluarte, su vicepresidenta, alcanzó los titulares internacionales y, a partir de ahí, la amenaza de una crisis mayor no ha hecho más que crecer.

Todo inició con el intento de Castillo de diluir el Congreso para formar una Asamblea Constituyente, movimiento que fue recibido muy mal por el Poder Legislativo y la ciudadanía. La orden de arresto terminó con el intento de Castillo de hacerse con el poder absoluto y mostró la profunda división política que existe en el país. Castillo fue acusado de “incapacidad moral”.

Las tensiones entre el presidente y la oposición tienen una historia larga y turbulenta. Castillo cuenta en su haber con una serie de escándalos que ponían en entredicho su capacidad para dirigir al país. Fue apenas en 2021 cuando asumió la presidencia y en los meses que estuvo en el poder cambió a su gabinete en múltiples ocasiones, aumentando la sensación de inestabilidad en su gobierno. El Legislativo, en contra de Castillo desde el inicio, ya había intentado destituirlo en dos ocasiones, pero fue el mismo Castillo el que les dio las armas para hacerlo cuando declaró el Estado de excepción y trató de anular al Congreso.

Castillo, además, tiene sobre sus hombros diversas acusaciones por corrupción que cuestionan su actuar y el de sus más cercanos colaboradores. La fiscalía peruana incluso llegó a presentar una acusación directa por organizar una red criminal. Ante este escenario, Castillo se vio entre la espada y la pared, por lo que se jugó su última carta: intentar hacerse con el poder total al anular el Congreso. Sin embargo, parece que el tiro le salió por la culata y seguramente lo veremos en la cárcel por varios años.

Los problemas apenas inician en el Perú. La destitución de Castillo y el nombramiento de Boluarte no solucionó la crisis, sino que la detonó. A partir de ese momento se han registrado protestas y la misma Boluarte ya ha iniciado con las sustituciones en su propio gabinete, mostrando que la presidenta no confía del todo en su gente, que en muchos casos tiene conexiones con Castillo y su grupo.

Ahora, Perú enfrenta la pregunta por si deberá adelantar los comicios electorales o esperar a que Boluarte terminé el periodo de Castillo en 2026. La inestabilidad política es grande y la ciudadanía no confía en sus representantes. Boluarte, además, tiene en contra el ser una presidenta que no fue elegida en las urnas y que, para muchos, está ligada a Castillo. El panorama no es alentador y el país se ha convertido en un verdadero polvorín.