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Modi y AMLO

APUNTES DE LA ALDEA GLOBAL

Narendra Modi y Andrés Manuel López Obrador en una foto compuestaImagénes: AP y Cuartoscuro
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Este año han coincidido las elecciones en México y en la India y en ambos países sus mandatarios se enfrentan a un giro, que no califica exactamente ni como perpetuación en el poder ni como plena discontinuidad. 

En sus mañaneras, Andrés Manuel López Obrador se ha referido varias veces a Narendra Modi, pero casi siempre para equiparar su popularidad con la del primer ministro de la India, no para reforzar una conexión internacional que habría dado algo de creatividad a la política exterior de este sexenio.

Modi lleva diez años gobernando la India y su popularidad sigue siendo alta, pero su formación, Bharatiya Narata (Partido Popular), ha perdido la mayoría absoluta en el parlamento. De manera que el primer ministro tendrá que construir un tercer mandato por medio de una coalición con otros partidos, evitando poner en riesgo el núcleo nacionalista de su proyecto.

En la última década, el líder indio ha encabezado una de las más eficaces mezclas de política interior y exterior del siglo XXI. A su nacionalismo indio, proyectado en buena medida contra la población musulmana o islamista, pero también con un pie en el cuestionamiento al modelo multicultural promovido por Occidente, Modi agregó un fuerte activismo a favor del Sur Global, acompañando la plataforma de los BRICS y reforzando vínculos con China, Sudáfrica y Brasil.

El protagonismo internacional de Modi se enrareció con su alineamiento con Israel en la guerra contra Hamás, tras los atentados terroristas de octubre de 2023. Determinado por su propio conflicto interno con la comunidad musulmana, el acercamiento de Modi a Israel rompió con una vieja tradición de la política exterior de la India, favorable al reconocimiento de la nación y el Estado de Palestina, que se remonta a los tiempos de Gandhi y Nehru.

A fines de octubre de 2023, India no acompañó la primera resolución a favor del cese al fuego en Gaza, aprobada por la ONU. Sin embargo, más recientemente, en mayo de este año, el gobierno indio respaldó, como era su tradición, el ingreso de Palestina como miembro pleno de Naciones Unidas. El giro se intentó explicar por el contexto electoral, pero lo cierto es que Modi agenció otras formas de expresar apoyo a Israel.

En el último año, la colaboración comercial y específicamente militar entre India e Israel se ha intensificado. A su vez, las manifestaciones pro-palestinas dentro de la India han sido duramente reprimidas, mientras que las favorables a la ofensiva militar israelí en Gaza se han visto acompañadas por sectores de la derecha antimusulmana, que comparten zonas de la base electoral de Modi y su partido.

No tanto con China, pero sí con Sudáfrica y, en menor medida, con Brasil, esa deriva de la política exterior de la India ha generado desencuentros dentro de los BRICS. El papel de Sudáfrica en la presentación del caso contra Israel en la Corte de La Haya ha sido central y el presidente Lula, junto con Gustavo Petro de Colombia, fue de los primeros mandatarios latinoamericanos en sumarse a esa causa judicial.

En México, en cambio, López Obrador abandona la presidencia, dejando a una sucesora de su mismo partido y con una clarísima afinidad ideológica y política. Es difícil imaginar la ausencia total de AMLO del escenario político mexicano, pero, cualquiera que sea su manera de estar presente, no sería equiparable a la de un jefe de gobierno como Modi. Más parecida sería a la del jefe de una coalición en el gobierno, condición que comparte con el líder indio.

Con Claudia Sheinbaum se inicia en México otro relevo de poderes dentro de la izquierda real latinoamericana del siglo XXI. Los ejemplos de ese tipo de sucesiones han sido muchos y algunos (Dilma Rousseff, Nicolás Maduro, Lenin Moreno, Díaz-Canel, Alberto Fernández…) fracasaron. Otros (Michelle Bachelet o José Mujica) fueron exitosos, en buena medida porque abrieron y toleraron un campo de diferenciación entre el primer liderazgo y el segundo.