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Pipa Norris y el mercado electoral

DE LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

Rafael Solano
Por:

En los últimos años han tomado fuerza los estudios de la británica Pipa Norris, una politóloga de la Escuela de Gobierno Kennedy, en Harvard, quien realiza estudios sobre política comparada.

En su camino ha escrito sobre reclutamiento político, contragolpe cultural, integridad electoral, déficit democrático, elecciones y, en algunos casos, sobre partidos políticos, principalmente provenientes de la derecha.

Parte de lo que escribimos en esta columna es sobre los partidos políticos y elecciones, y sobre cómo emergen partidos “súbitamente” que dan “sorpresas electorales”, por ello es relevante recuperar su concepto de mercado político regulado, que distingue entre la demanda del electorado y la oferta de los partidos.

En este sentido es en la demanda que se desarrolla el crecimiento del desapego político del que tanto se habla en nuestros tiempos, así como esta desalineación respecto a los partidos en la actualidad, es decir, de los votantes que ya no están seguros de los otrora partidos dominantes, lo que deriva en una enorme volatilidad electoral y consecuente incertidumbre.

Los famosos vínculos vitalicios, que se desarrollaron durante mucho tiempo, han caído en los últimos años. Por ejemplo, en México se hablaba de que tal o cual sección electoral pertenecía a tal partido, el voto duro (lealtad a unas siglas) con el que se analizaba antes la política electoral, sin embargo, en la actualidad, los votantes tienen mayor disposición gracias al enorme impacto de los medios de comunicación electrónicos, y, por consiguiente, se genera la apertura a las nuevas opciones de voto.

Y es ahí donde surgen los “emprendedores políticos”, como los cataloga Catherine De Vries y Sara Hobolt; esto se debe a que, en estos contextos, los nuevos partidos reaccionan a las oportunidades generadas frente a los partidos convencionales en el marco normativo y los marcos de competencia electoral en cada país. La eficacia de estos emprendedores en parte tiene que ver con las reglas, es decir, son dueños de sus posibilidades.

En México es interesante cómo la mayoría de las personas piensa sólo en el sistema de mayoría, de hecho, incluso muchos analistas lo hacen, sin embargo, el sistema mexicano es mixto, es decir contiene la representación proporcional, que también impacta sustantivamente la distribución del Congreso. Sin embargo, muy pocos entienden la fórmulas plurinominales y sus distribuciones territoriales, un ejemplo relevante de los últimos años fue el PRD, al cual su política de alianzas lo subrepresentó constantemente, hasta llevarlo a la irrelevancia en la representación proporcional, desdibujándolo, hasta encontrarse a punto de perder el registro nacional como partido político.

De hecho, parte de estos supuestos tiene que ver con la incapacidad de los partidos tradicionales para dar respuesta al “electorado desplazado”, generado por la desigualdad y la inseguridad social. Como antes lo he escrito, si bien en 2018 la elección sacudió a nuestro sistema político, con el elemento de la desigualdad y llevamos seis años hablando de “los programas sociales”, hoy en 2024 pareciera que los grandes desplazados son los jóvenes, quienes enfrentan la pauperización de su calidad de vida, su seguridad y de oportunidades de futuro.

Parece que en esa ruta ha comenzado a caminar la elección presidencial en su segunda mitad, y eso genera amplia volatilidad electoral, en un contexto en que las identidades partidistas se desvanecen, incrementa el voto de protesta y existen cambios en los bloques del espectro político (izquierda-derecha). Como dice Norris, la mezcla normativa, de posición ideológica, junto con la afección a los liderazgos y la sociodemografía están conjugando la oferta de mensajes y llamamientos de los partidos. La pregunta final es, con toda esta información ¿quién leyó mejor la elección presidencial?, la respuesta la tendremos en unos días y será un nuevo estudio de caso electoral.