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¿De qué hablamos cuando hablamos de falsedad?

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

¿Qué significa ser tú mismo? ¿Cómo saber si lo que sientes o deseas es auténtico o un mero condicionamiento para adaptarte y ser funcional? ¿Deseas siempre lo que desea alguien más para ti?

“Típicamente en aquellos días, él actuaba de acuerdo al deseo o a la petición de otra persona en lugar de considerar seriamente lo que él quería hacer. Realmente casi todas sus elecciones en la vida parecían derivar de los deseos de otras personas”. Así describe Christopher Bollas, en The Shadow Of the Object, a Harold, un paciente muy amable, que no representaba una demanda psíquica intensa, que no estaba ni lejanamente grave, pero que después de un par de años en análisis, cayó en una gran depresión. Harold se ajustaba obsesivamente a las expectativas de los demás. Ser él mismo le resultaba confuso y un poco aterrador. Con esta viñeta clínica, Bollas aborda el concepto de falso self (conciencia de sí mismo en español), que es una armadura que defiende al verdadero self y que es necesaria para ser funcional. El self verdadero es mucho más vulnerable. Resulta de sentido común que no podemos andar por el mundo con el corazón en la mano, mostrando nuestra fragilidad a cualquiera. Tal vez acercarse al self verdadero no se vea sólo como espontaneidad y autenticidad, y muchas veces aparezca como rabia, como queja, como intensa indignación en alguien que solía quedarse callada o no reclamar nunca sobre nada, por lo que no parece tan deseable para los demás, acostumbrados a una persona complaciente.

El self verdadero es objeto de deseo porque describe algo genuino sobre quiénes somos y lo que deseamos. Ser tú mismo se ofrece como una de las ganancias de la terapia, en la que se invita a los pacientes a buscar dentro aquello que se les perdió en el camino de la crianza, porque tuvieron padres que fallaron, que no supieron contener, sostener y atender sus necesidades. Si un bebé llora, lo deseable es que alguien lo escuche y haga su mejor esfuerzo por ayudarlo. Esto fortalece la confianza de que necesitar ayuda está bien y que se puede mostrar el self verdadero en el mundo real. Pero si los cuidadores comunican el mensaje de que pedir está mal, es inoportuno, no hay energía suficiente para satisfacer la demanda de una niña o un niño que pide ayuda, porque están enfermos, deprimidos o quizá muy exigidos por otros hijos u otras labores, entonces el niño transforma su necesidad de afecto y ayuda en una declaración de falsa autonomía porque es mejor no necesitar nada para evitar una nueva desilusión. Así nace el falso self. Nace una niña obediente, que ajusta su comportamiento para encubrir sus verdaderos deseos. Nuestro verdadero yo no se construye en el vacío, sino siempre en relación. Es necesario contar con nuevos espacios en los que pueda desplegarse una identidad más genuina de quien es uno y en los cuales recobrar la confianza para expresarse con sinceridad: con un terapeuta, con una pareja compasiva, una amiga que nos acepta hasta en nuestra versión más caótica y un poquito psicótica de vez en cuando. El problema con el falso self es que sirve para tener vidas funcionales y exitosas, pero que en lo profundo se sienten insatisfactorias y como si fueran una farsa. Porque hay que acomodarse a las expectativas de los otros para conectar y así combatir el miedo de volver a sentirse inadecuado. Lo malo es que las relaciones así son mucho menos satisfactorias. Es necesario abandonar, lentamente, el falso self, que en grados patológicos, produce sentimientos de vacío y falta de autenticidad. Es necesario abandonarlo para tener una mayor comprensión de quién es una misma, de cuáles son los deseos y anhelos propios, y ganar confianza en que el mundo nos aceptará como somos.