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Rasgos psicológicos, sociales y culturales de la homofobia

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Valeria Villa
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

El término homofobia apareció en los diccionarios hacia finales de los años ochenta y se define como una actitud hostil u odio hacia los homosexuales, sean hombres o mujeres.

Tal como la xenofobia, el racismo o el sexismo es una manifestación arbitraria que consiste en señalar al otro como contrario, inferior o anormal. Se le ubica como objeto de desprecio, fuera del ámbito humano. El homosexual o el extranjero es siempre visto como otro con quien toda identificación es impensable.

Entre los orígenes de la homofobia está el miedo de ser uno mismo homosexual. El asco, el pudor y la moralidad son barreras del heterosexual para quizá reprimir sus propios deseos.

La religión y la moral judeocristiana atizan el prejuicio contra todas las formas de placer no vinculadas a la reproducción. El conjunto de las comunidades religiosas (cristiana, judía, musulmana, budista, etc.), los partidos de centroderecha (aunque no exclusivamente), los juristas, un número importante de educadores, psicólogos, psicoanalistas, psiquiatras, antropólogos, sociólogos y estudiosos del individuo y la sociedad, aun aquellos que se declaran de izquierda, históricamente han evidenciado claros rasgos homofóbicos, descalificando las prácticas homoeróticas, oponiéndose a las reivindicaciones de las comunidades lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBTI) organizadas en todo el mundo. Las situaciones de violencia e incluso asesinato contra los homosexuales siguen siendo denunciadas por las organizaciones que defienden los derechos humanos. Hoy en día son 67 países los que siguen persiguiendo la homosexualidad como un delito.

La persecución, la marginación y la ridiculización de los homosexuales han constituido una práctica normal y cotidiana. Aun hoy la persecución policial, los tratamientos psiquiátricos, las terapias veladas de conversión, la internación carcelaria u hospitalaria, así como las bromas y las humillaciones continúan formando parte de la realidad de muchos homosexuales.

Existe en los homofóbicos una relación directamente proporcional entre la edad de los sujetos y la magnitud de las actitudes negativas dirigidas hacia los homosexuales (a mayor edad mayor discriminación); en personas heterosexuales esto se invierte ya que la discriminación es inversamente proporcional a la edad y nivel de escolaridad, y directamente proporcional a la cantidad de prejuicios en la persona homosexual (homofobia internalizada).

Hay que insistir por obvio que parezca, que el género no es un producto determinado por la biología, sino un proceso en el que las personas van eligiendo el sentido sexual de sus experiencias, a partir de la interacción con otras personas.

Según la UNESCO, el fenómeno de la homofobia es tan nocivo que en Latinoamérica al menos el 40 por ciento de personas homosexuales y el 65 por ciento de los transexuales fueron víctimas de violencia homofóbica en el ámbito escolar.

El superyó individual y la estructura psicológica de una persona homofóbica están influenciados por las normas sociales. A partir del sistema de creencias se forman los prejuicios y culpas que ubican a la homosexualidad en el marco de la transgresión. Las pautas de crianza rígidas pueden propiciar el desarrollo de un yo inmaduro cuyo superyó sea controlador, dominante y culposo. El homofóbico opera con sentimientos de culpa inconsciente y es proclive a pensar el mundo en términos de prohibiciones, excluyendo las sexualidades diferentes que transgreden el invento de la familia natural, patriarcal y heterosexual. En la cultura latinoamericana, la comunidad homosexual aún no es bien vista por la mayoría debido a las regulaciones morales que imperan en los sistemas de crianza. Los homófobos no pueden aceptar la homosexualidad como parte de las elecciones personales.

La familia ideal no existe, y menos aún la familia natural puesto que tanto la maternidad como la paternidad son del orden del significante. Para el psicoanálisis la familia debe hacer al individuo un sujeto del deseo y ofrecer un lugar simbólico de inclusión del otro, junto a lazos de identificación parental positivos y el desarrollo de la independencia emocional. Cuando la familia no fomenta la inclusión y la tolerancia, todo lo diferente se convierte en una amenaza. Estas familias son rígidas y discriminan otros tipos de sexualidad, por lo que los integrantes que no están de acuerdo viven conflictos derivados del choque entre sus creencias personales y la ley familiar heterosexual irrevocable. Muchas personas homosexuales no hablan de su condición a la familia por miedo a los prejuicios, señalamientos e intimidaciones. Sufren discriminación al interior de su hogar.

El ejercicio de la homofobia es una discriminación aprendida, asumida y ejercida, que devalúa las identidades de género alternativas, hasta anularlas. En toda discriminación hay una exaltación del poder, de creer tener el derecho a regular la vida de los otros, incluyendo su cuerpo y su subjetividad, asociando la homosexualidad con la patología o lo antinatural. Los homófobos son, por encima de todo, sujetos autoritarios.

  • 17 de mayo: Día Internacional contra la Homofobia

  • Homofobia: Apreciaciones Desde Tres Perspectivas Psicológicas, José Alonso Andrade-Salazar, Ana María Borja-Acosta, Jennifer Andrea Soto-Cardona, Sandra Patricia Camelo-Osorio, 2015
  • Componentes Ideológicos de la Homofobia, Cornejo Espejo, Juan, Límite, vol. 7, núm. 26, 2012, pp. 85-106 Universidad de Tarapacá, Chile  

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