Literatura

Cinco libros para recordar a Henry Miller a 40 años de su muerte

Sus novelas ponían en tela de juicio la simulación moral de la sociedad norteamericana; es autor de los libros Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio

Por:

Carlos Olivares Baró

- 06/06/2020 23:42

Hoy --domingo 7 de junio, 2020-- se cumplen cuarenta años de la desaparición física de Henry Valentine Miller (Nueva York, 26 de diciembre de 1891-Los Ángeles, 7 de junio de 1980): narrador, pintor, dramaturgo y ensayista estadounidense, que causó debate en los círculos académicos y literarios de la Unión Americana de los años 30/40 del siglo pasado por la crudeza, sensualidad, erotismo, cinismo y provocación de novelas basadas en su experiencia personal, las cuales ponían en tela de juicio la simulación moral de la sociedad norteamericana.

Juventud desordenada y errática: Miller se ocupa en faenas diversas y estudia de manera irregular en el City College de Nueva York donde lee a Nietzsche, Baudelaire, Stirner y Proudhon, entre otros escritores de tendencia anarquista. Año de 1930, época de la Gran Depresión: el inquieto aspirante a escritor decide viajar a París, ciudad en la que vagabundea hasta conseguir empleo en 1931 como corrector de estilo de la edición francesa del Chicago Tribune. Germen de Trópico de Cáncer que logra publicar en 1934 con la ayuda de su amiga y amante Anais Nin.

Novela que desencadena una oleada de reprobaciones en la presentación de un personaje que busca su identidad y asimismo, la redención. Localizada en Francia, principalmente en el París de los años 30, es la crónica de la vida de Miller sobreviviendo como candidato de escritor en la Ciudad de la Luz. Empalme de ficción y autobiografía en la enumeración de episodios que hacen referencia a amigos, compañeros y zonas de trabajo. Uso del flujo de conciencia y ensimismamientos en un discurso en primera persona en que se entrecruzan el pasado y el presente. Pasajes que describen encuentros sexuales contiguos a la pornografía.

Más allá del morbo de los folios de esta narración, lo crucial radica en la develación de un personaje (alter ego de Miller) que lucha en el cobijo de la muerte contemporánea por una redención que posibilite el encuentro con la propia identidad. Nueve años en la capital francesa: aparición de Trópico de Capricornio (1939): la experiencia neoyorquina de los años 20 en los dilemas de un yo contra un presente apremiante rodeado de acontecimientos económicos, sociales e históricos clave. Descubrimiento de la vocación artística (pintura, dramaturgia, literatura) como ruta de la salvación personal.

Un año en Grecia plasmado en El coloso de Marussi (1941) en el contacto que tuvo con el escritor Lawrence Durrell: cartografía espiritual del mundo helénico desde una añoranza que invita a la recuperación de lo divino en el ser humano. / El regreso del autor neoyorquino a Estados Unidos lo estimula a nuevas cavilaciones y propuestas marcadas por los desafíos. Se asienta en California y publica la trilogía La crucifixión rosada: integrada por Sexus (1949), Plexus (1953), Nexus (1960). Textos que dibujan, desde la caricatura pornográfica y vigorosa prosa, un yo inmiscuido en los espacios de la sexualidad y el arte: preludio y tentativa de una liberación final.

Vale la pena destacar un ensayo ineludible, El tiempo de los asesinos (1956): lectura vehemente de la obra poética de Arthur Rimbaud que ha sido concluyente para explorar las disyuntivas de la vida y la obra del autor de Una temporada en el infierno.

El lector que entra al cosmos Miller es testigo de una prosa expresiva, fluida, de envites inclementes y fervorosos urdida entre los cabos que la moral burguesa califica como obscena y una espiritualidad bordeada de idealismo. Los libros del autor de Max y los fagocitos blancos (1938) transitan por el tono expresionista hasta desembocar en un lirismo simbólico muy cercano a algunas improntas surrealistas.

Leemos algunos pasajes de los textos de Miller y aquello que escandalizó, hoy nos parece risible. Quizás su novela más lograda sea Trópico de Capricornio por su entramado autobiográfico y su ímpetu configurado desde una mirada descarnada de sí mismo. Los escritores de la Generación Beat de los años 50 (Burroughs, Kerouac, Ginsberg...) junto a Bukowski, Fante, Manson, Weissner o Waits son sus más distintivos herederos. Los cubanos Pedro Juan Gutiérrez o Raúl Ortega Alfonso nunca han negado todo lo que le deben al autor de La pesadilla de aire acondicionado (1945).

Veo la foto que tengo de Miller en uno de mis libreros; pienso en el hombre que sólo ambicionaba el cariño de los lectores: “El amor de la gente... Eso era todo lo que realmente me importaba: tener su amor, no su admiración. Tan sólo su profundo amor y su comprensión de mí. Por eso escribí tanto sobre mí”, confesó en una de sus últimas entrevista.