NUEVA TRANSILVANIA
Algunos pasajes me recuerdan a She Wants Revenge, le dije a la Wencesloca.
La diferencia es que éstos no son emo, me respondió.
Estábamos en medio de la gente en el concer de She Past Away en el Circo Volador. La emoción flotaba sobre nosotros como una nube de vapor. Era el esperadísimo regreso de los conciertos a este espacio que durante la pandemia vio comprometida su supervivencia. Me consta, lo vi en las redes, el enorme esfuerzo que hizo la administración para mantener este recinto con vida. La recompensa es incalculable, pero aquella noche pudimos palparla con el exitazo que fue la presentación de la banda postpunk turca.
Mención aparte merece la comunidad dark de la Ciudad de México. De entre las distintas tribus sin duda es la más entregada. Su fidelidad no conoce límites. El deseo por volver a disfrutar de la música en vivo, más la agitación de volver a vivir su noche de brujas particular, inyectaron una energía especial a la tocada. Qué ambientazo se manejaban. El lugar, como obedece a protocolos de salubridad, no estaba al cien por ciento de su capacidad, sin embargo, aquello parecía una multitud. Una mancha humana que saltaba y bailaba al ritmo de los beats góticos de She Past Away.
Esa noche constaté que la respuesta de los fans mexicanos no se parece en nada a otras audiencias. La entrega es tal que a los grupos no les queda más remedio que entrar en modo corazón de pollo con el público nacional. Muy darks y la madre pero a She Past Away les costaba no mostrar el entusiasmo que les provocaba ver a un Circo brincoteando al unísono mientras en el escenario ellos cantaban rolas en un idioma que la mayoría ni siquiera somos capaces de atisbar. Pero la música no necesita google translate y el ambiente estaba bien prendido, a pesar de esta distancia idiomática todos los ahí congregados comulgábamos con la música. Cómo no hacerlo, con tremendo grupazo.
Quince canciones bastaron para elevar la temperatura del Circo al máximo. Además de gran show, el espectáculo lo dio la banda dark que se engalanó para tan preciada noche. Por unas horas la capital se convirtió en Ciudad Vampira y sus calles y el metro se inundaron de pequeños Nosferatu. La Ciudad de México como una nueva Transilvania que ostenta los mejores tacos de suadero del planeta.
En el escenario cantaban rolas en un idioma que la mayoría ni siquiera somos capaces de atisbar
HICIMOS CRAC
Y como ésta es la ciudad del movimiento rockero perpetuo, unos días después de She Past Away, Nacho Vegas se presentó en el foro Indie Rocks.
Con la fecha sold out, también como obedece al protocolo con el lugar no a su máxima capacidad, Nacho se plantó solo con su guitarra frente a un fiel y cariñoso público que lo esperaba con toda la ilusión recobrada. Fue una presentación no tan formal de Oro, salitre y carbón, el box set de dos discos que aglutina sus últimos EPs. Durante una de las pausas entre canción y canción Nacho amenazó, y qué bueno, que en 2022 va a volver con su banda.
Oro, salitre y carbón continúa con el camino comenzado en Resituación, demasiadas canciones de compromiso político que arrojan nueva luz en su carrera. Lejos de las poses, la militancia de Nacho es tan auténtica que es imposible no creerle de pe a pa cuando se manifiesta por ciertas causas.
Si bien su música se solidariza con el izquierdismo no deja de lado la sordidez de la realidad actual. Y es ahí donde radica también gran parte de su valor. Se asoma al abismo pero no sólo para ver lo malo, también para arañar un poco de belleza. Que en sus canciones hay mucha. Ya sea que hable de amor, desamor, lucha política, drogas o muerte, cada canción es un beso a la belleza. Y uno a la muerte también. Porque como él mismo dice: “en mi nueva vida hablaré con autoridad, ahora del tocino, ahora de la velocidad”.
Entre el repertorio, que ya da para un show maratónico, Nacho encontró espacios para regalarnos una hora de pura crema. “El ángel Simón”, que nunca había escuchado en vivo, “Norteña”, “Ciudad Vampira” y otras pusieron a todo mundo a cantar. La fuerza de ese Nacho, el íntimo, tiene una cualidad hipnótica. Y es en esos momentos cuando su honestidad realza sobre todas las cosas.
Simplemente hermoso. Hicimos crac.