Parece mentira que hayan tenido que pasar más de 30 años para que los responsables de la franquicia "Depredador" voltearan a ver los rasgos que definieron e hicieron exitosa la producción original, y decidieran retomarlos para por fin darle una digna continuación.
Y es que, salvo la segunda parte protagonizada por Danny Glover en 1990, que con todo y lo accidentado de la ejecución y los momentos en que bordeaba el ridículo, acertó al llevar el concepto a la sordidez urbana interpretada por la serie B, alimentando el mito alrededor de la especie alienígena en cuestión; el resto de las entregas se perdieron entre la literalidad efectista y el afán de ampliar su universo.
Afortunadamente en "Depredador: la presa", de la mano del director Dan Trachtenberg apuestan por volver a lo básico para concentrarse en el factor humano y la intensidad del acecho, recuperando el espíritu tribal, mostrando de a poco al Depredador que, sin dejar de lucirlo en pleno llegado el momento, violento y en su versión más primitiva (dado que la historia se ubica hace más de 300 años), encuentra sus mejores momentos cuando su presencia se percibe apenas a través de los característicos sonidos que le acompañan, o cuando la sangre y las cenizas bañan su cuerpo evidenciando el camuflaje.
Claro que, para que esto funcione, establecen con cuidado el perfil de la protagonista, una joven de la tribu comanche interpretada por Amber Midthunder —actriz y cineasta con ascendencia de nativos americanos—, justificando por qué el desarrollo de su capacidad como guerrera, pese a estar sumergida en un entorno cultural de roles masculinos dominantes, así como de la relación con los miembros del grupo junto con los que será objeto de la cacería, que le permiten cambiar los roles dentro de la misma.
De paso y sin que sea el objetivo principal, además ella se presenta como un modelo de personaje femenino acorde a nuestros tiempos, derrochando carisma y fuerza en su desempeño tanto en las secuencias de cierta exigencia dramática, como en las de acción que siempre resultan emocionantes y lucen un estilizado ímpetu orgánico.
Con tales personajes y dicho escenario, el aire a western es inevitable, se manifiesta con planos generales de llanuras y bosques interminables, que incluyen algunas postales dando testimonio del salvajismo de la irrupción del hombre blanco, quienes, por supuesto, pasarán a formar parte de las víctimas del depredador y por ello también del proceso que aportará las herramientas y el conocimiento para quien al final habrá de sobrevivir.
"Depredador: la presa", película que se estrena directamente en Star+, no escapa a una que otra salida que sobrepasa la verosimilitud del planteamiento, pero la aventura es tan honesta y entretenida que no es difícil pasarlas por alto.
También modifica un pasaje significativo del canon en los cómics, sin embargo lo hacen en favor de apuntar nuevas líneas arguméntales que, después de ver lo que aquí nos ofrece y le coloca como la segunda mejor entrega de la franquicia después de aquella protagonizada en 1987 por Arnold Schwarzenegger, si que las queremos ver