Murales y consignas con aerosoles de todos colores: verde, morado, rojo, rosa, negro. Así está tapizada desde hace más de 30 días cada pared y puerta del edificio de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
El inmueble ubicado en República de Cuba número 60, en el Centro Histórico de la Ciudad de México pasó de ser de organismo promovente de los derechos humanos a refugio para mujeres, un hogar, un lugar de resistencia contra la violencia “machista” en el país.
Las oficinas se convirtieron en habitaciones. El patio ahora es un espacio para dar talleres, desde danza aérea hasta cortes de cabello. Solamente los espacios más cercanos al techo mantienen su color blanco original porque allá no llegan los brazos.
El inmueble fue renombrado como Okupa Cuba, Casa de Refugio, las mujeres dejan de lado sus capuchas negras que las caracterizan en las marchas, porque es un sitio donde se sienten seguras.
Al fondo, en escritorios y sillas están los cuadros intervenidos de Benito Juárez, Miguel Hidalgo y José María Morelos y Pavón que antes adornaban las oficinas de la Comisión.
“JUSTICIA”, “Estado feminicida”, “sin miedo”, son algunas de las consignas que llenan la pared de las escaleras de la Okupa. .
En la ex oficina de la titular de la CNDH, Rosario Piedra, dos mujeres del Bloque Negro conversaron con La Razón a más de un mes de la toma sobre el impacto que tuvo a nivel nacional, incluso más allá, en la lucha feminista.
¿QUIÉNES SON LAS MUJERES ENCAPUCHADAS?
Vestimenta negra y una capucha que a veces sólo permite identificar sus ojos, eso lo que que caracteriza a este grupo en las manifestaciones feministas, además de la acción directa como pintas de edificios, que si bien es criticada, visibiliza al movimiento.
“El Bloque Negro no tiene cara ni tiene nombre, ni rostro, ni identidad”, expresó una de las jóvenes, Naomi. “El Bloque Negro somos la cuerpa de todas”, complementó Ana, nombres que utilizaron para este encuentro.
Las circunstancias te llevan a formar parte del bloque, no es una decisión con la que despiertas un día, contó Naomi. “El día que encuentras un lugar en donde tus ideales, por así decirlo, y las acciones directas que tomabas de manera individual tienen sentido para otras personas, ese día te das cuenta que eres parte de un bloque negro”, relató Ana.
Las mujeres conversaban sentadas en un sofá negro del despacho. Al fondo, detrás del escritorio, está uno de los primeros murales que realizaron en las instalaciones: “No perdonamos ni olvidamos”.
“Es como una mini sociedad lo que hay aquí adentro. Al final del día, todas luchamos por lo mismo que es la liberación de la mujer y el empoderamiento” explicó Ana. Sin embargo, ambas reconocen que como todas las personas, existen diferencias que en algún momento chocan. “Pero no pasa nada”, añade Naomi.
"ES NUESTRO PINCHE AMAZONAS"
“Es el lugar ideal. De todos los lugares en los que he estado en mi vida, este es en el que más me siento querida y me siento en mi casa”. Eso es la Okupa Casa de Refugio para Ana y las mujeres que desde hace más de un mes habitan el inmueble del Centro Histórico.
Todas las que estamos aquí somos víctimas directas de la violencia machista y misógina de este paísAna
--¿En qué se ha convertido este edificio?, se les preguntó. Las oficinas ahora son recámaras, regaderas, salones de baile, salones para talleres, un refugio para las mujeres que han sido violentadas, respondieron.
“Todas las que estamos aquí somos víctimas directas de la violencia machista y misógina de este país. También es un refugio para nosotras, es como nuestro lugar, es nuestro pinche Amazonas”, dijo Ana con una sonrisa.
Lo que inició como la protesta de una madre, Marcela Alemán, cuya hija fue violada, derivó en la toma de las instalaciones el 4 de septiembre. Este hecho tuvo eco en distintas sedes de las comisiones de derechos humanos estatales y protestas contra la violencia feminicida en al menos 27 estados.
“Yo ya estaba durmiendo y todavía no me la creía. Todos me decían ‘ya eres noticia mundial’ y ni siquiera sabía que estaba en las noticias. No sabía que iba a llegar a tanto, pero era el propósito”, narró entre risas Naomi.
La decisión de permanecer en la Okupa no es un sacrificio, es una decisión personal, coincidieron ambas. “No es un sacrificio, es porque realmente se sienten cómodas estando aquí.”
Convencida, Naomi explica que quieren que este lugar “sea un espacio abierto y libre para todas y todos. Que todas las mujeres que crean que tienen que estar en este lugar se acerquen y podamos juntas hacer un ambiente seguro, que si no lo dan afuera nosotros lo hacemos”.
"QUEREMOS METERNOS A MODIFICAR LEYES"
Modificar las leyes que estén a favor de las mujeres, ese es uno de los objetivos de las mujeres en la Okupa.
“A lo mejor la gente que está allá afuera ha de creer que nos la vivimos durmiendo, comiendo, bebiendo, drogándonos, pero no”, bromea. “La verdad es que a veces nos quedamos toda la noche armando los pliegos, los pronunciamientos, ni siquiera les interesa.
“Sigue siendo tirar la piedra y esconder la mano, darnos atole con el dedo”, así describieron la relación con el gobierno y el avance de su pliego petitorio. Lo peor, señalan, es que se lo dicen cara a cara a los funcionarios.
La Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum tiene un discurso que criminaliza, señalan. “No es capaz de tener una perspectiva de género, no sabe cómo tratar con una víctima, no sabe cómo referirse a las demás mujeres, mucho menos feministas”, señaló Naomi.
Pese a la crítica del discurso del gobierno y el actuar de la policía en las manifestaciones feministas, se sienten felices por recibir muestras de apoyo a nivel internacional.
“A veces no dimensionamos, estando aquí resolviendo nuestras cosas, estando entre nosotras, no nos damos cuenta del impacto internacional que tiene esto. Es muy surreal despertar todos los días aquí”, contó emocionada Ana, sentada en un sillón de la que ahora es su casa, de la que no se quiere ir, porque ya la siente suya.