Rudolf Virchow, a quien pocos conocen, fue el más destacado antagonista político de Otto von Bismarck. Se opuso con tal vehemencia al excesivo presupuesto militar de Bismarck, que Bismarck lo desafió a un duelo en 1865. Virchow, tras ser desafiado y, por lo tanto, autorizado a elegir las armas para el duelo, seleccionó dos salchichas: una salchicha normal y otra infectada con larvas de Trichinella. Otto von Bismark rechazó la propuesta y retiró su desafío. Pensó que eso de las salchichas era algo muy arriesgado.
Rudolf fue un médico, antropólogo, patólogo, biólogo, escritor, editor y político alemán. Es conocido como “el padre de la patología moderna” y como el fundador de la “medicina social”, concepto que años después despertarían en un joven Salvador Allende la inclinación por la política. Insistió en que las epidemias y los problemas de salud pública sólo pueden ser vencidos a través de la “educación continua, la libertad individual y la prosperidad comunitaria”.
Si bien la salud pública se limita opinar sobre la vivienda, el agua potable y el drenaje, la medicina social incluye la totalidad de oportunidad/experiencia económica, nutricional, ocupacional, educativa y psicológica del individuo o la comunidad. La medicina social se ocupa de la persona y de su relación con el entorno.
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La salud pública se identifica principalmente con enfermedades transmisibles. Por el contrario, la medicina social tiene un alcance más amplio: enfermedades no transmisibles, salud mental, hábitos no saludables, lesiones, accidentes. Y, además, la medicina social se enfoca tanto en el trabajador de salud como en el cuidado posterior y el reajuste de la vida de las personas y familias afectadas por alguna enfermedad.
Hoy, más de un siglo tras la muerte de Virchow, la medicina es poco pública, nada social y muy corporativa, fijándose metas cuantitativas y monetarias para aprovechar lo que pueda sacar del sistema y del ser humano. Es decir, la medicina de hoy sólo se enfoca en ti cuando llegas al hospital, antes no. Cosa que se busca cambiar.
Ejemplo: el hospital no es un lugar de comodidades plenas para los miembros de la sociedad. La vena neoliberal que corre por nuestro sistema se encargó de volver esa institución, para todas las personas, en un lugar insensible, estéril y estresante. Y eso que en el hospital se exponen todas las vulnerabilidades del cuerpo y del sentimiento humano: nacimientos, muertes, mutilaciones, recuperaciones, errores, lástima, llanto, alegría, descubrimiento, creatividad, infecciones, emergencias, arrepentimiento. Es toda una gama de sentires y de seres. Ahora agrégale los ingredientes de raza, clase, género, dinámica de poder, economía, y largos tiempos de espera.
La política, como la veía Rudolf Virchow, no es más que medicina a gran escala tratando de remediar o sanar males constantes de la sociedad. La medicina social, entonces, como ciencia de los seres humanos, tiene la obligación de detectar y señalar problemas públicos e intentar su solución; y la política, en segundo plano siempre, debe encontrar los medios sociales para su aplicación.